Eren Ozmen, la millonaria que no deja de mirar las estrellas
A bordo de su Dream Chaser, la estadunidense de origen turco ha puesto en alto a las mujeres, al tiempo que ha amasado una fortuna de mil 300 mdd
El físico Stephen Hawking hacía hincapié en la importancia de ver las estrellas y no los pies. “Por más dura que la vida pueda parecer, siempre hay algo que puedes hacer para llegar al éxito, lo importante es que nunca te des por vencido”, decía.
Antes de que esas palabras fueran expresadas por Hawking, estaban clavadas en la mente de Eren Ozmen, multimillonaria que, según la revista Forbes, tiene una fortuna de mil 300 millones de dólares gracias a la explotación de la industria aeroespacial mediante su compañía Sierra Nevada Corp.
La compañía saltó a la fama en 2013 con la Dream Chaser, una nave espacial reutilizable que tenía el objetivo de llevar astronautas a la órbita, y que a su vez marcó el despegue de los sueños de una mujer inmigrante turca en Estados Unidos.
El Perseguidor de Sueños —traducido al español— tuvo un costo de 650 millones de dólares, de los cuales Nevada Corp fondeó 300 y su otro gran socio y desarrollador, la NASA, aportó el resto.
En 1994, antes de que la compañía de Ozmen jugará en las grandes ligas, era apenas una pequeña empresa de defensa con 20 empleados que Eren y su esposo adquirieron por 5 millones de dólares —dejando su casa como garantía—.
Cuatro años después y financiada por el flujo de caja de sus contratos militares, Nevada Corp adquirió 19 firmas aeroespaciales y de defensa.
Si retrocedemos un poco más en el tiempo, la entonces estudiante una maestría en Administración de Negocios en la Universidad de Nevada se encontraba en bancarrota y asediada por la presión de obtener un empleo en un país ajeno.
A principios de los 80, Eren tenía varios empleos de medio tiempo en el campus, vendiendo baklava casero (pastel turco) en una panadería y trabajando como conserje nocturno limpiando el edificio de una compañía local que posteriormente pasaría a ser suya: Sierra Nevada Corp.
Movida por sus múltiples trabajos, Eren se alejó de Nevada Corp para trabajar en Carson City, empresa de rociadores.
Motivada por su curiosidad y avidez, se propuso destinar su primer sueldo a adquirir una computadora HP que le ayudara a hacer más eficientes sus labores en Carson; por ejemplo, la laboriosa tarea de generar los informes financieros en una época donde no había de otra más que realizarlos a mano.
Tiempo después, la compañía que le había despertado su innato instinto de innovación fue comprada y con eso, Eren se enfrentó al desempleo.
Luego regresó a Nevada Corp; esta vez impulsada por su esposo y con la premisa de mejorar los informes financieros de la empresa. Sin embargo, posteriormente, la empresa que en aquél entonces fabricaba sistemas para ayudar a los aviones a aterrizar en portaaviones se enfrentó a severos problemas económicos que la llevaron a la bancarrota.
Fue así como una atinada corazonada motivó al matrimonio para hipotecar su casa y poder emprender la lucha de la que hoy conocemos parte de los resultados. Solo en 2017, la compañía se situó como la contratista más grande del gobierno de Estados Unidos, reportando ventas por mil 600 millones de dólares con casi 4 mil empleados distribuidos en 33 ubicaciones. Hacia el futuro, el nombre de Nevada Corp y Eren seguirán haciendo ruido, ya que después de diversas implementaciones y mejoras a su Dream Chaser, Sierra Nevada espera la gran recompensa, que se dará cuando envíe el vehículo al espacio. Su fecha de lanzamiento está fijada para septiembre de 2020, 11 meses después de que el Cygnus, de su rival Orbital ATK despegue en octubre, un mes más tarde que el SpaceX’s Dragon 2. Si el Dream Chaser completa sus seis misiones requeridas a la estación espacial para 2024, Sierra Nevada estima recibir mil 800 millones de dólares y probablemente con esto, la insignia de su nave siga retumbando no solo en la Tierra, sino en el espacio, dispuesto a seguir llevando los sueños de Ozmen a las estrellas que tanto observó Hawking. m
Jamás —como sí lo haría mi vecina— trataría de suponer por qué se separó la pareja de extranjeros recién casados que alquilaron durante escasos cinco meses el penthouse del edificio. Por lo que tampoco me atrevo a especular por qué seguimos sin conocer el monto de inversión que la iniciativa privada (IP) estima aplicar en el país durante el presente año, y mucho menos sobre el próximo liderazgo del Consejo Mexicano de Negocios que, como ya se los mencioné, parece encontrase en un trance entre el supra e infra espacio.
Las semanas y lo días siguen llegando a su fin y aún no conocemos, como otros años, a más tardar los primeros días de julio, de los planes de los hombres y mujeres de negocios para el “bienestar del país” (en estos días el mejor fraseo para hablar de economía nacional).
Ya nos enteramos que en la primera semana de septiembre, específicamente el martes 4, una gran reunión de empresarios con el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se realizará en Monterrey, Nuevo León; apenas el jueves pasado, el próximo primer mandatario se reunió con la plana mayor de la IP en Ciudad de México.
En esta inusitada reunión, como muchas que se han realizado con líderes sectoriales y sociales que en otros tiempos no requerían de este acercamiento con el próximo jefe del Ejecutivo, o por lo menos no se hacía público, estuvieron presentes 12 empresarios del Grupo Monterrey, entre ellos: Rogelio Zambrano, presidente del Consejo de Administración de Cemex; Armando Garza Sada, presidente del Consejo de Administración del Grupo Industrial Alfa; Federico Toussaint, de Grupo Lamosa; Eduardo Garza T. Junco, de grupo Frisa; Juan Antonio González Moreno, presidente de Gruma; Adrián Sada Cueva, director general de Vitro, y Enrique Zambrano, presidente de Proeza.
La cita también fue poco común, los empresarios aceptaron hacer el viaje y se reunieron con AMLO en un restaurante de la colonia Roma en Ciudad de México, adonde los convocó el virtual jefe de la Oficina la Presidencia en la próxima administración Alfonso Romo, viejo conocido y para algunos amigo empresario. “Todos dispuestos a invertir y a crear empleos”, dijo el virtual presidente electo al terminar la reunión; a lo que Romo agregó: “Fue el propio Obrador quien convocó a los empresarios para empezar una época nueva”.
Pues entonces recordemos que el año pasado la inversión privada que se anunció de 32 mil 430 millones de dólares, y si todo marcha como nos dicen que van los acercamientos para este 2018 la confianza empresarial debe reflejarse en un monto mayor para “el bienestar del país”. Y en cantidades que lleven a buen fin proyectos precisos que López Obrador quiere abanderar como el rescate de las refinerías, el tren Maya, el corredor del istmo de Tehuantepec, los programas de capacitación para jóvenes para que se empleen y el aumento del contenido nacional en las exportaciones, entre otros.
Reservo mis ganas de interpretar el por qué el anuncio de inversión anual de la iniciativa privada ha tardado tanto, de por qué, incluso pueda suceder hasta después del 4 de septiembre; pero como dice mi vecina, no me hagan pensar que para eso siempre tengo tiempo. m