MÁS FUERTE QUE LA MUERTE
Desde hace algunos años era una presencia constante en los clubes de jazz de Nueva York. Establecido en Manhattan, incluso tenía una banda llamada New York Quartet. Pero el trompetista polaco Tomasz Stanko, fallecido el domingo pasado a los 76 años, no olvidaba sus raíces ni la cultura en la que se había fraguado, como lo atestigua su último disco, Wislawa (ECM, 2013), inspirado en la obra de la poeta Wislawa Szymborska. En “Las tres palabras más extrañas”, la premio Nobel escribió: “Cuando pronuncio la palabra Silencio,/ lo destruyo”.
Stanko, músico que abrevó del jazz clásico y moderno pero también de la música más radical y de otros géneros y artes, construía su discurso valorando el silencio —instruyéndolo, digamos—. “Mi sonido —dijo en una entrevista a Nate Chinen— se inspiró en el trompetista muy tradicional Buck Clayton, quien nunca tocó nada cercano al jazz moderno, pero yo tuve la capacidad de incorporar sus colores, su ambiente y su sonido sucio único a mi propio vocabulario. El free jazz ha sido para mí una filosofía de vida, mi forma de vida. Es algo que determina mi personalidad y quién soy, pero no necesariamente la música que toco. Me encanta lo que hace Cecil Taylor, pero la inspiración de él nunca me ha excluido de escuchar, digamos, música pop”.
Como muchos de sus contemporáneos, el trompetista se topó con el jazz a través de la radio de onda corta en el programa Voice of America: “El mensaje era: libertad. Para mí, como un polaco que vivía en un país comunista, ese género era sinónimo de cultura occidental, de libertad, de un estilo de vida diferente”.
Fueron muchos los estímulos que confluyeron en su música, utilizados para crear lo que llamaba “mi ambiente”. Decía que con ella le gustaba crear “una especie de narrativa, como la que tiene tal vez Faulkner en la literatura”. Igualmente le atraían los ambientes cinematográficos de cintas como El grito, de Antonioni, y el neorrealismo italiano, lo mismo que la pintura de Modigliani.
Hay días en que uno piensa que el arte está en un callejón sin salida; entonces debemos recordar las palabras de Stanko a Cezary L. Lerski, que nos reconfortan ante su partida: “En el arte todo fluye, todo continúa. Siempre habrá ahí nuevos y grandes improvisadores, siempre habrá música de ellos porque la vida es más fuerte que la muerte. ¿La barroca concluyó con Bach? ¿El romanticismo terminó cuando Mahler falleció? En la música, como en la vida, todo se evalúa y cambia de un día a otro, pero la tradición dura por siempre, nunca muere. Siempre ha pasado de unos a otros y está contigo todo el tiempo”. m