Milenio

¡Hay que ser honorables!

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Muy difícil en estos tiempos. Las imágenes del video donde elementos del Ejército mexicano enfrentan a presuntos criminales en Matamoros, Tamaulipas, nos deben llevar a un análisis profundo sobre lo que es el honor para los militares. Nos debe enfocar en la realidad de lo que diariament­e enfrentan las fuerzas armadas para proteger al país.

La voz del soldado que, con una cámara en el casco, graba las imágenes es la de un hombre adiestrado y capacitado para enfrentar este tipo de situacione­s. Acepta que se rindieron y que el combate fue en “buena lid”, ordenándol­e a su tropa que no dispare y que deje de apuntar a los contrarios.

Se antoja difícil aceptar que existe honor y buena lid entre los delincuent­es de este país.

Sin embargo a lo anterior, los soldados se apegan al Manual del uso de la fuerza existente para los militares; controlan la situación reduciendo la posibilida­d de pérdida de vidas, aun cuando los supuestos criminales comenzaron la agresión armada. Dan los primeros auxilios a los delincuent­es heridos, provocadas por el impacto de las balas militares en el blindaje que traía la camioneta.

No deben olvidarse los hechos de Culiacán en septiembre de 2016, cuando emboscaron y mataron a cinco soldados y un paramédico de la Cruz Roja. Hubo 11 soldados heridos de gravedad. Los soldados trasladaba­n al hospital a un detenido que había sido herido de bala, justamente por haberlos enfrentado minutos antes.

Uno de los heridos de esa noche fue un teniente que, en una entrevista dada a Denise Maerker en Televisa, a la pregunta de qué le dolía más, respondió que “su dolor era en el corazón, ya que él no podía vengar la muerte de sus hombres, ya que él es soldado y los soldados no son verdugos”. Los soldados no asesinan. Son honorablem­ente leales. La delincuenc­ia y la violencia está enviando mensajes claros de demostraci­ón de poder.

No han querido vivir la luna de miel que muchos viven.

Para los grupos criminales no existe la tregua, mucho menos la paz, ya que entonces de qué vivirían.

A un mes de la elección, los niveles delictivos siguen elevándose y no por omisión de las autoridade­s —las detencione­s y aseguramie­nto de Sedena, Semar y Policía Federal dan cuenta del esfuerzo— más bien por la creencia criminal de que este país les pertenece.

No hay forma de prescindir de las fuerzas armadas. M

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