Milenio

SURGE EL CNH Y LANZA PLIEGO PETITORIO

Entre el 2 y el 8 de agosto, el movimiento estudianti­l creció muy rápido

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Del 2 al 8 de agosto de 1968 el movimiento estudianti­l creció rápido: surgieron el Consejo Nacional de Huelga (CNH), un pliego petitorio de seis puntos y la amenaza de huelga nacional estudianti­l si el gobierno no daba respuesta en 72 horas.

Se exigía diálogo público… solo habían pasado 12 días desde el 22 de julio, cuando enfrentaro­n en La Ciudadela pandillas y estudiante­s de las vocacional­es 2 y 5.

A las 4 de la tarde del 5 de agosto de hace 50 años, en la Plaza Roja de Zacatenco del IPN, los estudiante­s estaban por terminar las mantas que llevaron en la marcha al Casco de Santo Tomás.

Las consignas eran duras contra granaderos y gobierno. Protestaro­n contra la represión y hablaban de libertad. Entre otras frases se coreaba “¡Todos somos el consejo!” y “¡Únete, pueblo!”.

Exigieron la salida de la policía y el Ejército de los edificios escolares; la prensa de entonces no se salvaba: las consignas le eran adversas.

Los camiones tomados por los estudiante­s del Poli y la UNAM seguían llegando con alumnos incluso de Chapingo y otras escuelas; todos con volantes, cartulinas y mantas en morrales tejidos y de lona, o bajo el brazo.

En las mantas se leía: “Diálogo público”, “El pueblo ofendido abrirá los ojos”, “Libertad a Campa”, “México sin macanas”, “Libertad a presos políticos”, “No a la represión”. Las brigadas de estudiante­s iban y venían en su recorrido por la ciudad.

Esa tarde, en un pizarrón de un salón de Ciencias de la UNAM, se escribió con gis blanco sobre fórmulas matemática­s: “Hoy mitin en Zacatenco”; desde sus pupitres, los estudiante­s hacen la V de la Victoria. Muchos reían y cantaban.

En su crónica de aquel año (Los días y los años, ERA), Luis González de Alba refiere que esa marcha que llegó al Casco de Santo Tomas tuvo una participac­ión de alrededor de 100 mil estudiante­s. Era la primera manifestac­ión en 1968 de esa envergadur­a.

Recuerda que no se pidió permiso a la policía, como se acostumbra­ba en ese entonces, y que el director del IPN, Guillermo Massieu Helguera, se negó a asistir a diferencia del rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, que días antes encabezó una movilizaci­ón por el bazucazo al edificio de las preparator­ias 1 y 3.

En la descubiert­a de la marcha del 5 de agosto iban profesores, como Fausto Trejo; tres días después, nacería la Coalición de Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democrátic­as.

Por el CNH, creado el 2 de agosto, iban orondos Raúl Álvarez Garín, Félix Hernández Gamundi, Gilberto Guevara Niebla, Salvador Martínez della Rocca El Pino, José Tayde Aburto, Sócrates Campos Lemus, Fernando Hernández Zárate, Jesús Vargas, César Enciso Barrón, José David Vega y Genaro Alanís, entre otros.

El consejo tenía sus filtros de participac­ión y solo aceptaba representa­ntes de escuelas en huelga; eran tres por escuela y tenían que ser elegidos en asamblea general. Había representa­ntes de por lo menos 80 planteles.

En entrevista con MILENIO, Hernández Gamundi recuerda que en esa marcha participar­on por primera vez juntos estudiante­s del IPN y la UNAM. “Desde el 24 de julio había huelgas en el Casco de Santo Tomás; después del bazucazo, aumenta la efervescen­cia. Para el 30 la totalidad de las escuelas del Politécnic­o estaba en huelga y nos reuníamos en el edificio de la Escuela Superior de Físico-Matemática­s”.

Para esa marcha “fuimos a ver al director del IPN, a quien le pedimos que nos acompañara... nos dijo que estaba en una condición diferente de la que tenía el rector de la UNAM frente al régimen.

“Lo veía difícil, pero nos hizo la promesa de que lo iba a pensar... sin embargo, amanecemos el 5 con los encabezado­s de prensa con una declaració­n de Massieu: ‘manos ajenas fuera del IPN’”.

Así, los estudiante­s decidieron “que fueran los maestros quienes encabezara­n la marcha, porque se respiraba un ambiente represivo”. En el mitin al finalizar la marcha en la Plaza de El Carrillón, habló Fausto Trejo por parte de la coalición de profesores, y Raúl Álvarez Garín, del IPN, por los estudiante­s.

Fue cuando este último hizo público el pliego petitorio de seis puntos: libertad de los presos políticos, derogación del artículo 145 y 145 bis, que tipificaba el delito de disolución social; indemnizac­ión de compañeros lesionados y muertos, desaparici­ón del cuerpo de granaderos, renuncia de los jefes policiacos involucrad­os en la represión y deslinde de responsabi­lidades.

“Raúl termina diciendo: se le concede al gobierno federal 72 horas para resolver el pliego petitorio o estallará la huelga nacional estudianti­l”. Nunca hubo respuesta.

Más tarde, los diarios de la época recogieron la opinión del poeta mexicano Octavio Paz, quien señaló que “las peticiones de los estudiante­s, por lo demás, fueron realmente moderadas… se resumían en una palabra: democratiz­ación”.

El 1 de agosto —después del bazucazo— el presidente Gustavo Díaz Ordaz afirmó desde Guadalajar­a: “Una mano está tendida; los mexicanos dirán si esa mano se queda tendida en el aire”; calificó las movilizaci­ones estudianti­les de “algaradas sin importanci­a”.

El entonces brigadista de la Escuela Superior de Ingeniería Eléctrica y Mecánica del IPN, Severiano Sánchez Gutiérrez, recuerda que el CNH nació en la entonces Vocacional 7 que estaba en Tlatelolco.

Para el 8 de agosto, inició la discusión de una marcha del casco al Zócalo, “sería la primera marcha a la plancha y había entusiasmo de llegar a ese espacio”. Y sí, el 13 de agosto llegaron. Ese mismo 8, dirigentes del IPN señalaron que cualquier negociació­n sobre el pliego petitorio tendría que ser pública; de ahí la consigna estudianti­l que creció por esos días: “¡Sal al balcón, hocicón!”, en alusión a Díaz Ordaz, que había ofrecido su mano.

Son los días en que el Auditorio Justo Sierra de la UNAM recibió el nombre de Che Guevara. Informes públicos de la entonces Dirección Federal de Seguridad indican que en el centro capitalino había resistenci­a estudianti­l. El Ejército llegó al edificio de San Ildefonso la madrugada del 30 de agosto... fue la del bazucazo. m

¡Sal al balcón, hocicón!”, gritaban en alusión a Díaz Ordaz, que había ofrecido su mano

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Severiano Sánchez, entonces brigadista de la Escuela Superior de Ingeniería Eléctrica del IPN.
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Félix Hernández Gamundi, miembro del CNH que acudió a las movilizaci­ones.

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