LOURDES, entre castillos medievales y milagros cristianos
Los occitanos, pueblo originario de esta región de Francia, le llamaron a este lugar Lorda, el cual, durante la edad media, fue una fortificación para defender la región. En el siglo XVI fue construido el castillo que sigue dominando hasta hoy la zona desde las alturas.
La ciudad estuvo también bajo el dominio musulmán; una de las leyendas más conocidas de Lourdes es que el emperador Carlomagno, luego de su paso por tierras españolas, regresó y sitió la ciudad.
En aquel tiempo, el emperador musulmán Mirat dominaba la región. Un águila voló hacia el castillo y arrojó una trucha, la cual fue usada por Mirat como regalo a Carlomagno para demostrarle que tenían víveres suficientes para resistir el sitio; Carlomagno le creyó y envió al obispo quien logró lo inimaginable: que Murat se convirtiera al cristianismo, con lo que Lourdes dejó de ser dominio musulmán. El cauce del río Gave de Pau cruza la ciudad, dejando de un lado el santuario y del otro, el casco histórico de Lourdes. El deshielo de los pirineos y los manantiales en la zona dan origen a este río que proporciona una imagen de la Europa clásica, entre montañas, en un valle con un extenso y caudaloso río.
La zona hotelera está precisamente a un costado del río, cerca del santuario; hay hoteles de todas las categorías y en sus alrededores están los bares y restaurantes más concurridos por los viajeros. Sin embargo, es también atractivo hospedarse al otro lado del castillo, en pleno centro del pueblo, donde la oferta de alojamiento es muy interesantes, porque tienen más que ver con la vida diaria de Lourdes. La fama de Lourdes ha sido principalmente por el santuario, sin embargo además del turismo religioso, este lugar ofrece otras experiencias muy interesantes. En el invierno hay centros de esquí muy cerca, durante el verano se puede hacer senderismo y bicicleta de montaña en sus alrededores.
Para entender la historia de Lourdes, su evolución y su concepción actual, es necesario visitar el viejo castillo, que está justamente en medio del pueblo y vale la pena emplear, por lo menos, una mañana entera para recorrerlo y descubrir todos los misterios que en él se esconden.
La mayoría de los recorridos turísticos que venden operadores y agencias de viajes lo excluyen, pues le dan más importancia al santuario. Sin embargo, la visita es obligada para entender no solo el crecimiento de Lourdes, sino de la región pirinea francesa en general.
En el centro del pueblo hay pequeños restaurantes con cocina tradicional, bares con vinos y cervezas de las cercanías e incluso se puede disfrutar de la vida nocturna más campirana, no por ello menos intensa. La historia cuenta que en este lugar sucedió un presunto milagro: la Virgen María (llamada aquí María de Lourdes) tuvo una aparición. En la zona más pantanosa del pueblo, se hallaba la gruta Massabielle, ahí fue una pastora local de nombre Bernadette Soubirous a recoger leña, cuando escuchó un llamado, era – aseguró la pastora– la Virgen María en la advocación de la Inmaculada Concepción. Bernardette tuvo 18 supuestos encuentros con la Virgen.
Al principio nadie creía a la joven, hasta que convenció a las autoridades eclesiásticas de crearle un templo justo en la gruta, que es un manantial con aguas cristalinas de los Pirineos, considerada por la religión católica como milagrosa. Hasta aquí llegan personas enfermas a buscar la sanación.
La basílica cuenta con todas las condiciones necesarias para que gente en silla de ruedas o cualquier otra discapacidad, pueda hacer la visita. Todas las noches hay una peregrinación con velas, una imagen llena de energía más allá de las creencias religiosas de cada persona.
Justo del otro lado del río, casi frente a la gruta se edificó un híbrido entre hospital y hotel; ahí la gente con enfermedades crónicas y avanzadas puede pernoctar para visitar el santuario. Se trata de un hospital con médicos que administran paliativos, o bien, administran los tratamientos que cada paciente trae por algunos días. Por su historia, por la religiosidad, por la cantidad de gente que se congrega todas las noches en la plaza del santuario y por las edificaciones con más de 500 años, Lourdes es un lugar místico, e independientemente que el visitante sea o no religioso, vale la pena vivir la experiencia y observar a la gente haciendo su profesión de fe.
Las personas generan energía, y así este lugar: lleno de energía, se siente desde que uno pisa la estación del tren o el aeropuerto y hasta el último momento de visita. M