Milenio

EL TRIUNFO QUE NECESITABA

En un partido muy disputado, Cruz Azul aprovechó un error de Tigres para lograr el triunfo y continuar invicto

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Sí, este Cruz Azul es de verdad. Y no solo por la marcha perfecta que lleva en este Apertura, al sumar los nueve puntos que se han disputado, sino porque luce como un equipo alejado de las malas versiones del pasado. Con paciencia y oficio para sacar los partidos más incómodos, como el de anoche frente a Tigres, que terminó ganando por 1-0, gracias a un error de los felinos

Ayer, era la oportunida­d perfecta para los de Caixinha de presentar sus credencial­es. Sí, tal vez muy pronto en el torneo, pero cuando cualquiera se enfrenta a Tigres, sabe que tendrá una prueba al máximo nivel. Porque hay que ser muy claros, cualquiera que quiera aspirar al protagonis­mo, primero debe ser capaz de imponerse a los felinos, el equipo más fuerte de la Liga Mx en estos últimos años.

Y Cruz Azul lo hizo con oficio, de manera inteligent­e y sin arrebatos, espero su oportunida­d y la aprovechó. Marca perfecta para La Máquina que, ahora sí, luce como un contendien­te en este Apertura. Este equipo tiene pegada y una defensa de acero, la cual no ha recibido gol todavía. Y una banca tan nutrida en calidad que desde ahí se han escrito sus victorias.

EL OFICIO CELESTE

Tigres es un equipo que impone respeto, eso es innegable, y aunque haya llegado al Azteca con la ausencia de André-Pierre Gignac, el once que puso en la cancha provocó que Pedro Caixinha tomara algunas precaucion­es. El portugués apostó por tener el control de la media cancha, así que en la alineación titular mandó un trivote con tres contencion­es naturales: Iván Marcone, Rafael Baca y Javier Salas, sacrifican­do el talento que Roberto Alvarado le había ofrecido como media punta en los anteriores compromiso­s.

De esta manera pasó de su habitual 4-2-3-1 a un 4-3-3 muy marcado, con el regresó de Gerardo Flores como lateral derecho y la oportunida­d para Martín Cauterucci­o en lugar del lesionado Milton Caraglio. La idea era contrarres­tar la media de los felinos, que con Guido Pizarro, Lucas Zelayarán y Rafael Carioca lucen como una de las mejores de toda la Liga Mx.

Además había que mantener a raya a Javier Aquino, Jürgen Damm y Enner Valencia, un ataque muy rápido que tenía que sustituir la calidad de Gignac.

Sin embargo, que ambos planteamie­ntos fueran indénticos, provocó que se opacaran mutúamente. En el primer lapso ninguno de los dos equipos fue capaz de imponer de manera clara sus condicione­s. La lucha se centró en el mediocampo, con timidas apróximaci­ones. Ni Jesús Corona, ni Nahuel Guzmán tuvieron que intervenir en alguna jugada de peligro.

Fue un partido escueto de emociones, sin ninguna chispa de algo diferente. Ante la opacidad del funcionami­ento colectivo, tampoco pudieron resaltar las individual­idades. Cruz Azul y Tigres lucían muy amarrados, sus jugadores clave pasaron

inadvertid­os y, para colmo, se soltó la lluvia que complicó más las acciones. Sin nada para el recuerdo, así se fueron estos dos equipos a los vestidores.

Para el complement­o La Máquina salió más decidida. En los primeros instantes Marcone probó de larga distancia y muy cerca, al minuto 52, estuvo Pablo Aguilar de abrir el marcador con un disparo que tomó en un rachace de un tiro de esquina, pero para su mala fortuna la pelota se fue apenas abierta.

El equipo de Caixinha se veía más liberado, en tanto que el de Ricardo Ferretti trataba de mantener el juego en su ritmo, y también tuvo su oportunida­d en una descolgada de Javier Aquino, quien mandó un centro muy peligroso que le pasó a Aguilar y al que no pudo llegar Damm.

Los minutos transcurrí­an y Caixinha fue el primero en mover su banca, le dio entrada a Roberto Alvarado y sacó a Salas; de esta manera el portugués buscaba más explosivid­ad. Tuca respondió a los pocos minutos, pero con un cambio de hombre por hombre, entró el chileno Eduardo Vargas por el inadvertid­o Enner Valencia.

Con el reajuste de sus piezas, el partido seguía muy equilibrad­o y dando pie a que solo una genialidad o un error lo pudiera romper. Y pasó lo segundo.

Al minuto 67, en una salidad de rutina, Jorge Torres Nilo equivocó de manera grosera un pase a Hugo Ayala; Elías Hernández recuperó la pelota, pero frenó para dejar pasar a Alvarado, luego le tocó al espacio para que Roberto enfrentara mano a mano a Nahuel, y ahí con un fuerte zurdazo abrió el marcador.

Sí, a Cruz Azul le costó mucho, pero ya ganaba el juego. Otra vez los movimiento­s le funcionaba­n a Caixinha y tenía todo servido para llevarse los tres puntos.

Ferretti quiso responder de inmediato desde la banca y mandó a Ismael Sosa y Julián Quiñones para tener más presencia ofensiva. Pero el momento era de Cruz Azul, que estuvo muy cerca del segundo en una serie de rebotes que le terminó por quedar a Adrián Aldrete que sacó un zurdazo que Nahuel desvió en el fondo.

Tigres se fue encima, por eso Caixinha le dio entrada a Igor Lichnovsky por Cauterucci­o, un cambio netamente defensivo con el único propósito de guardar la ventaja. Y le funcionó, otra vez, al portugués aguantando el marcador como lo hizo con Chivas.

Su Cruz Azul ganó con lo justo al siempre favorito Tigres. Esta versión de La Máquina es de verdad, lo tiene casi todo: pegada, defensa, relevos, oficio, una gran afición que registró una gran entrada en el Azteca y, sobre todo, convencimi­ento de que puede escribir una nueva historia.

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Alvarado ha deslumbrad­o en el Torneo Apertura 2018
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Martín Cauterucci­o padeció una dura marca
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