AMLO, presidente electo
El pasado miércoles 8 de agosto, Andrés Manuel López Obrador recibió de parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ( TEPJF) la constancia que lo acredita como presidente electo de Estados Unidos Mexicanos. Se trata de un hecho que tuvo una alta carga simbólica y política. La democracia mexicana funciona, a pesar de todos los problemas y excepciones que pueden atribuírsele y que es necesario corregir. Permitió que por primera ocasión en la historia reciente de México, un candidato de izquierda llegara a la primera magistratura del país por medio del voto ciudadano.
La primera transformación de la República fue la Independencia, la separación dolorosa de la corona española y el surgimiento de una nueva nación, con los fundadores de la patria como Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama y Guerrero. La segunda transformación fue la Reforma, la refundación y consolidación del Estado mexicano, producto de una generación de grandes hombres encabezada por Juárez, Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto y el propio Porfirio Díaz. La tercera transformación fue la Revolución mexicana, que inició en 1910 con Madero, Zapata, Villa, Obregón, Calles, y culminó en el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río.
Como lo recordó en su discurso el presidente electo, la cuarta transformación de la República inició hace tiempo, con las diversas luchas estudiantiles y sindicales de los años 80 y 90, con los movimientos ciudadanos y políticos de los 90, con la defensa del voto de 1988 y la lucha contra el fraude de 2006. El 1 de julio todas esas fuerzas coincidieron para derrotar en las urnas de manera contundente al viejo régimen y crear las condiciones de legitimidad necesarias para que la cuarta transformación de la República sea una realidad en beneficio de la mayoría de los mexicanos.
La cuarta transformación de la República implica un cambio de régimen, no un simple cambio de gobierno. Significa generar las bases de un nuevo modelo de desarrollo y crecimiento económico y la disminución significativa de la polarización y la desigualdad social; implica la creación y puesta en marcha de un nuevo modelo de seguridad y procuración de justicia que nos permita recuperar la paz; un ejercicio de la función pública basado en la transparencia, la rendición de cuentas y la vocación de servicio, que erradique la corrupción, la impunidad y los nichos de privilegio; la construcción de una nueva gobernabilidad basada en la división efectiva de poderes, la pluralidad y valores democráticos.
El día 8 de agosto, cuando la presidenta del TEPJF entregó la constancia a Andrés Manuel López Obrador y él la mostró, muchas y muchos mexicanos sentimos una gran satisfacción. El orgullo de estar del lado correcto de la historia y al lado de los 30 millones de ciudadanas y ciudadanos que decidimos por el cambio. Esa satisfacción que se tiene cuando se logra llegar a una meta después de un largo trayecto. Un recorrido de resistencia, perseverancia y esfuerzo. Ahora sigue lo más importante, hacer realidad las demandas de la sociedad. M