AMÉRICA CONVENCE
LAS ÁGUILAS GOLEARON AL MONTERREY PARA QUITARLE EL INVICTO Y TOMAR, DE MOMENTO, EL SUBLIDERATO DEL TORNEO; LLEVAN TRES TRIUNFOS AL HILO Y NUEVE TANTOS
Este América ha entrado en una inercia que le deja buenas sensaciones, quizá no por ser un equipo espectacular, pero sí uno muy efectivo, que sabe dirimir los partidos con equipos de igual pedigrí. La victoria por 3-0 sobre Monterrey es el aviso de que el cuadro de Coapa tiene los recursos para competir por ser un conjunto protagonista y aspirante al título, porque en el futbol hay que sacar renta de los momentos, de los errores que comete tu adversario y en eso estuvieron muy acertados los americanistas, y eso les valió para quitarle el invicto a los regiomontanos.
Y es que el duelo contra Rayados se presentaba como un juego para que el equipo de Miguel Herrera midiera su fuerza, enfrente estaba un equipo de buen futbol, con una variedad de recursos similares a los de las Águilas. Dinamita pura por parte de los regiomontanos que tuvieron un buen arranque.
Diego Alonso poco a poco le ha impregnado su sello a Rayados, un equipo que no especuló en el estadio Azteca, salió a hacer partido, porque se sentía capacitado para discutirle a los americanistas en su propio campo.
Sin embargo, fue el mismo Monterrey el que le abrió la puerta al América para que se pusieran en ventaja, porque les falló el manual de la salida. Rayados perdió una pelota en su propio campo, cuando el guión dicta que no se divida la pelota, un jugador de Rayados hizo lo contrario, la jugó al centro y ahí Mateus Uribe levantó la cabeza por instinto para cortar el balón.
Lo que vino después fue la viveza de Roger Martínez, ese instinto que se le pide a todo delantero, que tenga los nervios a tope para cazar cualquier ocasión; el colombiano recibió la pelota y se fue en busca del arco de Marcelo Barovero, demostró -también- su capacidad de arrastre y su temple, no se volvió loco y se llevó a dos defensores regios que quedaron colgados, luego sacó un tiro cruzado con la pierna izquierda que dejó parado a Barovero.
América se ponía en ventaja no por un gran juego, sino porque estuvo atento para aprovechar una circunstancia. Y es que hasta entonces el duelo había sido muy parejo, con demasiado tráfico en el centro del campo, con ambas escuadras nulificándose de
buena manera y escaseando las oportunidades de gol.
Puras buenas intenciones de Lainez e Ibargüen, igual que de Urretaviscaya y Gallardo, porque ninguno de los volantes creativos lograba enchufarse por completo al partido. Y los arrebatos de Rodolfo Pizarro también se apagaban en la zona definitoria.
Además, hay que decir que el estado del campo sigue muy por debajo de la calidad que se espera, no termina de amortiguar bien el nuevo césped y eso impidió un buen tránsito en la pelota. Y la lluvia lo castigó antes del silbatazo inicial. Habrá que esperar más tiempo para que se vea un mejor terreno de juego, digno del estadio Azteca, porque en estas semanas ha dejado mucho qué desear.
Volviendo al partido, a Monterrey se le apareció un escenario más incómodo, pues se quedó con un jugador menos por la expulsión de Jhon Stefan Medina, el lateral colombiano se fue a los vestuarios a la media hora de juego por doble amarilla tras dos faltas sobre Guido Rodríguez.
Aunque el cierre del primer tiempo, el rostro de Rayados fue mucho mejor, se asentó bien en campo y se acercó más a la puerta de Agustín Marchesín. La ocasión más clara para los Rayados la tuvo Avilés, el colombiano recibió en el área y chutó cruzado, pero el balón se fue rozando el palo.
El segundo tiempo era un examen de gestión para América, tenía que saber administrar su ventaja, pero también dar una prueba de ambición e ir en busca de más goles ante un equipo que, por orgullo y amor propio, iba a ser valiente, Monterrey debía asumir riesgos para tratar de rescatar el partido.
De nuevo América percutió al aprovechar los errores de Rayados. Ibargüen desbordó por izquierda, en el área tiró una diagonal, Oribe remató y Barovero salvó su arco, Lainez volvió a chutar y vino un desvío a tiro de esquina.
El córner lo cobró Mateus, una pelota puesta en el área, ahí se elevó Bruno Valdez y el paraguayo cabeceó franco y sin un defensa de Rayados que le hiciera sombra, todos los vieron mandar la pelota al fondo y el Trapito no pudo hacer nada, porque le remataron casi en la cara.
América se creció, fueron los minutos en los que más seguro se sintió. Pero Rayados jugó su balas, Diego Alonso iba a morir con la suya y mandó a Luis Madrigal y a Dorlan Pabón para tener más punch al frente.
Fue mejor la gestión de América, el equipo del Piojo administró su ventaja, no dejó de mirar al arco rival y Barovero le robó el tercero a Roger, en un cabezazo que tuvo el colombiano. Y hasta Vargas se animó a probar de media distancia. Pero en los instantes finales, Ibargüen fue derribado por Barovero. Penal que el mismo colombiano cobró y anotó para sellar la victoria.
América ganó un partido que en el que se pusieron a prueba sus capacidades defensivas y ofensivas y en ambas salió aprobado. Atrás supo contener al ataque de Rayados, que si algo tiene son recursos, y arriba encontró dos goles aprovechando las fallas del rival. Sí, no fue un juego excelso, pero sí efectivo.