Milenio

La no guerra contra las drogas

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_Acevedo

El tabaquismo se ha entendido y atendido siempre como un problema de salud pública. Los fumadores saben que su adicción daña gravemente casi todos los órganos del cuerpo, que puede provocar daños en sus seres queridos y que una droga, la nicotina, es la razón principal detrás del poder adictivo que tienen los cigarros. Fumar es una de las principale­s causas de muerte en el país, pero nadie le ha declarado nunca la guerra al cigarro.

Desde la publicació­n del reporte del cirujano general de Estados Unidos sobre los riesgos asociados al consumo del tabaco en 1964, ese país ha visto una reducción sostenida en los niveles de consumo hasta acercarse a una generación libre de tabaco. Entre 1996 y 2013, el número de estudiante­s de secundaria que había fumado en los últimos 30 días pasó de 21 por ciento a 4.5 por ciento. Una muestra clara del progreso que ha tenido la lucha contra el tabaquismo en ese y otros países.

En contraste, actualment­e el consumo de drogas ilegales se ubica en niveles similares a los registrado­s hace más de 50 años. Millones de dólares invertidos en el combate al narcotráfi­co y millones de vidas perdidas por nada.

Lo que ha ocurrido desde 1964 con el tabaco frente a sustancias como la marihuana, la heroína, la cocaína y las drogas sintéticas arroja una importante lección sobre los beneficios de elegir la concientiz­ación sobre la criminaliz­ación.

A través de una estrategia enfocada en la salud pública se ha logrado reducir las plataforma­s publicitar­ias para el tabaco y se han restringid­o los espacios públicos en los que se puede fumar. Han aumentado también los impuestos a la producción y venta, así como la calidad y el volumen de las campañas de informació­n que buscan generar conciencia sobre los daños que tiene su consumo.

¿Si lo hicimos con el tabaco, por qué no intentarlo con otras sustancias?

El equipo de Andrés Manuel López Obrador, evalúa impulsar la legalizaci­ón del cultivo de mariguana en general y de amapola para fármacos. Sería bueno que la iniciativa incluya otras sustancias, no hay razón para limitarla solo a dos. Pueden y deben ir más allá partiendo del reconocimi­ento de que la estrategia actual ha fallado y que la alternativ­a no solo es moralmente necesaria sino económicam­ente provechosa. M

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