Solicitan garantizar la seguridad de Catedral
El sacerdote José de Jesús Aguilar, director de la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México, solicitó a la Secretaría de Cultura garantizar que la Catedral Metropolitana no sea afectada “ni por el toque de campanas ni por el uso de la pólvora” de los juegos artificiales de las Fiestas Patrias el próximo 15 de septiembre, porque recordó que aún no concluyen los trabajos por el daño que causó el sismo en la torre oriente del campanario.
Lo anterior se debe a que en uno de los últimos eventos una escultura resultó descabezada por un cohete.
A casi un año del sismo que afectó a la Catedral de México, especialmente sus torres, que fueron apuntaladas con andamios metálicos, se obligó al cese del toque de las campanas. Tras un estudio y aprobación de parte de la Dirección General de Sitios y Monumentos (DGSM) de la Secretaría de Cultura pudo volverse a realizar, en forma única y con solo siete campanas, a la llegada del nuevo arzobispo primado de México, Carlos Aguiar Retes.
El sacerdote dio a conocer que esta semana la empresa CAV, con la aprobación y seguimiento de la DGSM, inició la inyección a las torres de un material que reparará los daños y consolidará las torres de casi 70 metros de altura.
Ante la cercanía de la ceremonia septembrina en el Zócalo, el responsable de arte sacro de la Arquidiócesis de México recordó que durante estas fiestas son miembros del Estado Mayor Presidencial quienes toman las torres del recinto y hacen sonar las 33 campanas del recinto, mientras en el atrio oriente inicia la quema de una gran cantidad de pólvora que se convierte en las llamadas “bombas” o “crisantemos” y muchas luces más.
Recordó que desde que fue sacristán mayor de la Catedral cuestionó a las autoridades sobre si las vibraciones o explosiones que provocan las bombas o luces al ser lanzadas causan daño a la estructura del edificio, “porque la forma en que hacen retumbar el piso siempre es dramática”.
En aquel entonces, dijo, el toque de campanas no era preocupante porque se consideraba que las torres estaban firmes y estables. m