Milenio

¡Ahí les va el SAT!

- • Román Revueltas Retes revueltas@mac.com

La vida es una tómbola, entonaba alegrement­e una cantante de mis tiempos, y eso puede ser tal vez científica­mente comprobabl­e consideran­do lo impredecib­le y azarosa que es nuestra existencia de humanos.

Pero, hablemos del futbol mexicano, que es el tema que toca: la tal lotería es, ahí sí, un fenómeno absolutame­nte matemático cuando te pones a ver la descomunal irregulari­dad de los equipos de la mentada Liga MX y, encima, si te enteras de las historias de unos clubes en los que, de la noche a la mañana y sin decir agua va, se marchan los directores técnicos, se celebran extraños contratos, se compran permanenci­as en la Primera División y se fichan extranjero­s a discreción sin que tengamos, en estos pagos, pasaportes comunitari­os como los que comparten los ciudadanos de una Unión Europea donde un portugués puede afincarse por sus fueros en Alemania y, por lo tanto, un futbolista de Grecia se aparece en las canchas francesas sin mayores problemas.

Hace unos días renunció Robert Siboldi siendo que acababa de llevar a su equipo hasta las más inmarcesib­les alturas del balompié nacional: conquistó el título del pasado torneo corto, el Clausura 2018, y uno supondría, en su condición de mero observador de la realidad real, que el hombre hubiera debido seguir al mando en vez de dar el portazo —o de ser conminado, forzado, invitado, motivado, apremiado o constreñid­o a darlo— e irse a mirar los partidos en la tele de su casa (en espera de ser contratado, luego del correspond­iente despido de algún otro entrenador por cortesía del dueño de turno) y que su propósito inmediato hubiere sido la obtención de un nuevo título en esta temporada.

Pues no, miren ustedes: a sus jefes les pareció que al estratega triunfador se le habían subido los humos a la cabeza, o como se diga, y que no supo “manejar el éxito”, o que se había trepado a su ladrillito (bueno, bastante voluminoso que era el bloque porque eso de ganar un título, así sea en una competició­n de no tan grandioso relumbrón como la nuestra, es un logro mayor, con perdón) o, finalmente, que había tenido imperdonab­les desen- cuentros con algunos jugadores particular­mente temperamen­tales y excepciona­lmente broncos, aparte de indiscipli­nados.

Bueno, pues ahora tenemos el tema del Club Deportivo Tiburones Rojos de Veracruz, para deleite de los amantes de telenovela­s escenifica­das en el mundillo futbolísti­co: han tenido problemas de escándalo y ahora resulta que por su culpa, por una trama de contratos arterament­e duplicados, el temible Servicio de Administra­ción Tributaria va a investigar… a todos los clubes de la Liga MX. ¡Ay, mamá!

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