Milenio

EU vs. México/ I

- CARLOS TELLO DÍAZ*

Que nuestro gobierno tenga algo más que pru- dencia, paciencia frente al gobierno americano; pero frente al pueblo de los Estados Unidos, amplia y cordial simpatía, y no una simpatía pasiva solamente, sino activa”. Así decía un editorial publicado por la prensa de México, no en estos días de renegociac­ión del TLC, frente al gobierno insufrible que preside Trump, sino en 1878, en el periódico que dirigía entonces Justo Sierra. Hace 140 años. México estaba inmerso en un conflicto con Estados Unidos que estuvo a punto de estallar en una guerra, conflicto hoy olvidado, a pesar de que Daniel Cosío Villegas le dedicó un libro al respecto: Estados Unidos contra Porfirio Díaz. Sus similitude­s con el presente son esclareced­oras.

En 1878 acababa de ocurrir en México un cambio revolucion­ario, no institucio­nal, que arroja luz sobre lo que sucede hoy en el país. El gobierno de México, presidido por Díaz, tuvo que enfrentar la agresión del presidente de Estados Unidos, el señor Rutherford Hayes. Los americanos lo llamaban Rutherfrau­d. En las elecciones que acababan de ocurrir aquel invierno, Samuel Tilden, el candidato de los demócratas, ganó por más de un cuarto de millón de votos al pretendien­te de los republican­os, Hayes. Todo parecía indicar que ganaría también en el colegio de electores. Tilden tenía 184 votos, le faltaba uno nada más para obtener la mayoría, pero los 13 votos en disputa fueron todos declarados a favor de Hayes por un magistrado de la Suprema Corte. “Por primera vez presencia el pueblo americano”, manifestó la prensa, “el hecho de un presidente fraudulent­amente electo”. Hayes adoptó, una vez en el gobierno, una política de agresión hacia México. Supuso con razón que una postura así, anexionist­a, le ganaría adeptos entre muchos americanos. Sus planes de invasión serían confirmado­s por su propio ministro en México, John W. Foster, quien escribió así: “Cuando visité Washington, se me informó de buena fuente que ciertos caballeros, cuyos nombres se me dieron y que tenían un interés especial en el éxito de la administra­ción del presidente Hayes, habían concebido la idea de que en vista de la tensión del espíritu público creada por los partidario­s del señor Tilden y del perturbado estado de cosas en los estados del Sur, desviaría la atención de los tópicos actuales y ayudaría en gran manera a consolidar la nueva administra­ción si se pudiese emprender una guerra con México y añadírsele a la Unión otra tajada de su territorio”.

En esa coyuntura, el presidente Hayes dio su aval en Washington a un proyecto de anexión de México que le fue expuesto por un personaje llamado John Frisbie, quien fue puesto en contacto con el ministro de Estados Unidos en México. Foster escribiría más tarde sobre Frisbie (“americano de maneras agradables y espíritu enérgico, pero visionario por temperamen­to”) y sobre su proyecto de anexión (“que era el de ejercer tal presión sobre México, al grado de no dejarle otra alternativ­a que la de las hostilidad­es o la venta de algunos de los estados del norte de la República”). Muchos americanos respaldaba­n esa política de agresión. “Muy pronto ocurrirán acontecimi­entos que harán que la anexión de aquel país se vuelva una medida nacional y no una medida de partido”, declaró por ejemplo The New York Times. Este era el plan del gobierno de Estados Unidos. ¿Cómo reaccionó México? M *Investigad­or de la UNAM (Cialc)

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