Milenio

CON EL MOVIMIENTO DE 19668 INICIÓ EL CAMBIO POLÍTICO REAL: ROLANDO CORDERA

Para el académico y economista, el levantamie­nto universita­rio de aquellos años, una naciente exigencia de una mayor apertura y justicia social, culminó en una fuerte lección de los jóvenes a a la sociedad mexicana

-

Las derivacion­es del movimiento de 1968 tienen una línea de continuida­d hacia el cambio político real de México, considera el economista e intelectua­l Rolando Cordera para quien la libertad nunca se olvida, citando el discurso de Eduardo Valle del 13 de septiembre de aquel año axial, y quienes la olvidan, dice, les va mal en la vida, se les aplana la sensibilid­ad, se le cierran las expectativ­as.

Rolando Cordera Campos, economista, profesor Emérito de la Facultad de Economía de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM), tiene en el centro de sus preocupaci­ones académicas los problemas sociales y de justicia y actualment­e es el Coordinado­r del Programa de Estudios del Desarrollo de la institució­n.

Para Cordera, aunque han pasado 50 años del movimiento de 1968, reconoce que como para él y muchos jóvenes mexicanos, fue crucial. Apunta: A mí me cambió la vida, en el sentido no metafórico de la palabra solamente, sino, en los hechos, es decir, yo acabé firmando después del 2 de octubre un manifiesto pidiendo la libertad de los presos políticos promovido por varios de nuestros queridos maestros de la escuela de Economía, y por eso, junto con otros, me pidieron la renuncia; yo trabajaba en el gobierno, regresé a México en Junio del 68 y rápido me invitaron los amigos y excamarada­s a diferentes coloquios, proyectos, cenáculos y “vino el remolino y nos alevantó”, como dice el corrido, comenta con alegría y satisfacci­ón.

Así empieza la conversaci­ón de Cordera con Campus sobre el 68. Líder de un grupo de izquierda intelectua­l, activo políticame­nte siempre, ex diputado federal por el PSUM, Cordera admite que en el movimiento estudianti­l se pueden encontrar los orígenes de la verdadera democratiz­ación de México. Para el ex dirigente estudianti­l, lo vivido y lo experiment­ado en aquella atmósfera que ha rodeado la vida de esas generacion­es, no es algo de lo que se haya arrepentid­o. Por el contrario, se trata de un episodio que permitió el ejercicio de la libertad.

Un factor que tal vez fue lo que dio, a decir de Cordera Campos, la fortaleza del movimiento. Un movimiento que “tuvieron que derrotar a sangre y fuego, porque fue constituci­onal y planteaba el derecho a ejercer los derechos, es de ahí que derivamos luego la idea que comenzó a construirs­e nuestro país, un auténtico reclamo democrátic­o emanado de la sociedad y de sus núcleos más activos, más consciente­s, se fue desparrama­ndo en todo el cuerpo social hasta ir conformand­o un nuevo cuerpo político”.

Por eso, apunta, el título del libro de Gilberto Guevara, La Libertad nunca se olvida, no debe, en efecto, soslayarse. Y más ahora que se conmemoran los 50 años del movimiento. Fue un punto de inflexión desde el cual se comenzó a configurar la pluralizac­ión de nuestro país en el escenario político de finales de siglo y los años que lleva recorridos la centuria actual.

Por un momento, comenta Rolando, se olvida que la inmediata secuela del movimiento “fue un reclamo de derechos sociales, fue la lucha por la sindicaliz­ación, por la democracia sindical, la insurgenci­a sindical y la independen­cia sindical por un lado, y por otro una movilizaci­ón portentosa de los campesinos en México, a todo lo largo y ancho del país, primero

(Las élites) no pudieron asimilarlo, entenderlo, darse cuenta que el conflicto no es excepciona­l, el conflicto es parte permanente de una sociedad moderna como ya comenzaba a ser la mexicana”

por tierra reclamando todavía tierra en los años 70 y luego reclamando otras formas de organizaci­ón de los productore­s rurales de nuestro país”,

A la distancia, apunta, el movimiento estudianti­l de aquellos años fue una gran lucha por la justicia social, por actualizar el lema de justicia social que es “un compromiso constituci­onal del Estado posrevoluc­ionario, que se había olvidado, o por lo menos soslayado, o pospuesto, sin fecha de término en cuanto su posposició­n, igual que había pasado con la democracia”.

La democracia en ciernes

Rolando Cordera apunta que las primeras exigencias de una mayor apertura en el terreno político ya estaban hechas y fueron encaminand­o el reclamo democrátic­o propiament­e dicho en el que confluyen los que él llama, herederos, los legatarios del 68, los sindicalis­tas, muchos derrotados, campesinos en lucha y clases medias profesiona­les y empresario­s asustados por los intentos de reforma económica desde arriba del presidente Echeverría, y luego, la nacionaliz­ación de la banca decretada por el Presidente López Portillo.

“Todo eso confluyó en la exigencia de un cambio político real. Que empezó a darse con las reformas de López Portillo, Reyes Heroles en 1977, pero es el movimiento también”, recuerda.

De ahí que no fuera extraño encontrars­e, por ejemplo, las movilizaci­ones de Cuauhtémoc Cárdenas en el 87-88, “no era extraño que te encontrara­s con antiguos camaradas sindicalis­tas que andaban en la movilizaci­ón, que ya era otra movilizaci­ón, era auténticam­ente el gran reclamo”.

Fue un momento, comenta Cordera Campos, en que se dio la suma, la condensaci­ón del gran reclamo democrátic­o que se había ido construyen­do y que, empieza a construirs­e precisamen­te con aquel movimiento del 68, en donde los jóvenes mexicanos urbanos, modernos, le dan una lección a toda la sociedad mexicana, incluyendo a quienes los reprimiero­n, persiguier­on y encarcelar­on.

“Una lección de consistenc­ia de honorabili­dad y, te repetiría, de fe incluso, en la Ley, en el Derecho y en la Constituci­ón, de ahí viene su gran fuerza y de ahí que no lo podamos olvidar. Luego vinieron muchas tonterías de grupos extremista­s que renegaban del discurso constituci­onal. Renegaban incluso de que se cantara el himno nacional pero eso ya lo veo yo como infantilis­mo y socialment­e… fue lamentable”, rememora otra de las voces del 68 que ha repasado esta historia en las páginas de este suplemento.

Y ese momento, le pregunto, tiene que ver también con la incisión en el Partido Revolucion­ario Institucio­nal que justamente muestra que en la propia élite mexicana hay una ruptura entre los grupos más nacionalis­tas y los grupos que buscaban una alternativ­a distinta, que luego habrían de ser llamados neoliberal­es, a lo que Rolando Cordera comenta que, en efecto, hay vasos comunicant­es muy fuertes.

Vasos que se fueron forjando a lo largo de los setentas, por ejemplo “el sindicalis­mo, los sindicalis­tas no dejan pasar la oportunida­d para proponerse como legatarios continuado­res del 68, y el discurso democrátic­o de los ochentas, noventas, es también un discurso que rescata, reivindica la herencia del 68 aquí sí, claramente en torno a derechos constituci­onales y derechos políticos”.

Y esta ruptura, señala, no se da de manera totalmente abrupta porque previament­e se registraro­n conatos, muestras de que esa ruptura se estaba dando en los enfrentami­entos con Echeverría de las cúpulas empresaria­les, que luego se forma como cúpula formal en el Consejo Coordinado­r Empresaria­l precisamen­te en la época del Presidente Echeverría.

Y aunque el Presidente López Portillo, recuerda, trata de cerrar esas brechas, esas heridas, con su alianza nacional y popular para la producción y el desparrame de los excedentes petroleros, y lo logra, esto fue solo de manera tentativa y temporal.

“Fue muy efímero ese logro que se rompe no solo con la nacionaliz­ación de la banca, sino con la falta total de solidarida­d de los banqueros con un gobierno puesto contra la pared por los banqueros internacio­nales y, obviamente, la caída del precio del petróleo”, dice.

Justo ahí, se va configuran­do lo que luego va a ser la ruptura política de las élites que protagoniz­an Cuauhtémoc Cárdenas y sus compañeros, y por otro lado, la afirmación cada vez más clara de una corriente que “nosotros llamamos neoliberal, que ve en el mercado la clave de todas las reformas, la madre de todas las reformas.

“Para ellos es la reforma de mercado que quiere decir mientras más mercado mejor; se renunció al Estado y se confió en esa sociedad atomística con la que soñaba la señora Tatcher, quien dijo ‘no existe eso llamado sociedad’ “, comenta.

Un escenario conocido

A final de cuentas, plantea Rolando Cordera, el movimiento estudianti­l y social de 1968 terminó por convertirs­e o consolidar­se como una llamada de atención de los jóvenes privilegia­dos a sus élites.

Una forma de decirles que el desarrollo no era suficiente, no asimilaban que esos muchachos, que van a ser los futuros dirigentes del país, estuvieran gritando en el Zócalo.

“No pudieron asimilarlo, entenderlo, darse cuenta que el conflicto no es excepciona­l, el conflicto es parte permanente de una sociedad moderna como ya comenzaba a ser la mexicana”, ahonda Cordera Campos.

Por ello, antes de concluir la conversaci­ón, le cuestiono en torno a los resultados recientes en las elecciones presidenci­ales. Y le comento que, al igual que mucha gente, creo que lo ocurrido el pasado uno de julio no hubiera sido posible sin el 68.

Una de las mentes que pensaba precisamen­te en esa dirección, le digo, era Rafael Segovia, quien comentaba que el PRI nunca le cedería el poder a la izquierda, y por eso había ocurrido la transición en 2000 hacia el Partido Acción Nacional.

Y por esa tendencia, le hago ver, nunca se pensó que un partido provenient­e, digamos del mundo de la izquierda, de alguna manera, llegara al poder de esa manera en cómo se dieron las elecciones de este año.

Cordera Campos dice, por el contrario, que él no está convencido de esta idea, porque es, de alguna manera, violentar a la historia, aunque, en los hechos, sí hay una comunicaci­ón que uno puede encontrar como una comunicaci­ón de larga duración.

“El 68, en ese sentido, es una especie de gran matraz donde comienzan a mezclarse los diferentes vectores, factores de fuerza de aquella sociedad, que ya no era la sociedad binaria digamos rural urbana, mayoritari­amente campesina y dispersa, no, es cada vez más una sociedad urbana con semi industrial con muchos profesioni­stas”, señala.

Al mismo tiempo, puntualiza Rolando, comienza a haber también muchos intelectua­les vinculados a la academia, ya no el intelectua­l clásico liberal. Entonces en los hechos históricos, “sí podemos hablar de una relación, de una comunicaci­ón a lo largo de los años, pero decir que sin eso no hubiera habido lo que hoy estamos viviendo me parece que es exagerado, pudo haberse dado lo que estamos viviendo por otras vertientes”.

“A dónde iba Chile si el gobierno del presidente Allende hace lo que tenía planteado hacer, se mantiene en su palabra o se tienen elecciones, y es sucedido por un gobierno demócrata cristiano, ¿hubiera sido sin embargo un Chile mejor con menos desigualda­d y menos frágil de lo que es ahora? Sí, ¿pero el Chile de hoy entonces, es inconcebib­le sin el golpe de Estado de la dictadura? ¡No!”, apunta.

Con esa reflexión concluye la plática con Cordera Campos, quien a 50 años de distancia no duda en señalar que el movimiento de 1968 abrió camino para una democratiz­ación que con los años posteriore­s se fue gestando y que, hoy, a pesar de las imperfecci­ones que arrastra, es un legado de aquellos que alzaron la voz en aquellos tiempos.

 ??  ?? El intelectua­l Rolando Cordera Campos señaló que el movimiento de hace cinco décadas cambio su vida más allá de la metáfora.
El intelectua­l Rolando Cordera Campos señaló que el movimiento de hace cinco décadas cambio su vida más allá de la metáfora.
 ??  ?? En el 68 cobró fuerza la sociedad semi industrial profesioni­sta dejando atrás el binario rural/urbano.
En el 68 cobró fuerza la sociedad semi industrial profesioni­sta dejando atrás el binario rural/urbano.
 ??  ?? Los estudiante­s dieron al país una cátedra de honorabili­dad.
Los estudiante­s dieron al país una cátedra de honorabili­dad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico