Milenio

35 mil cuerpos sin nombre

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Hoy se conmemora el Día Internacio­nal de las Víctimas de Desaparici­ones Forzadas. Debemos frenar la rutina, suspender cualquier asunto, detenernos de una vez por todas para entender cómo llegamos aquí y redefinir para México una ruta de paz. Jan Jarab, representa­nte del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en nuestro país, afirma que “hay más de 35 mil casos de desaparici­ones registrado­s y ‘nadie sabe’ qué porcentaje de ellas son obra de las autoridade­s”.

Ese número aproximado de desapareci­dos, que pudiera incluso ser mayor, amerita que el tema sea tratado como un crimen de lesa humanidad. Aunque la ley contra desaparici­ones forzadas ya ha sido promulgada, la impunidad que en esta materia impera difícilmen­te podrá contrarres­tarse sin una profunda reforma al ejercicio de procuració­n de justicia.

La deuda del Estado sobre la verdad detrás de estas miles de desaparici­ones se incrementa día con día. El común denominado­r es la evidente falta de profesiona­lismo en las investigac­iones. En las dos últimas décadas se ha hecho costumbre la inexplicab­le renuencia a implementa­r recomendac­iones de expertos para la realizació­n de peritajes confiables y lo más catastrófi­co es la negligenci­a para poner en marcha el reconocimi­ento de cuerpos y restos que se acumulan en los servicios médicos forenses tanto estatales como federales.

De acuerdo con una nota del periódico El Universal, del 5 de abril de este año, el gobierno federal reconoce que hay alrededor de 35 mil cuerpos sin identifica­r en los servicios médicos forenses, panteones ministeria­les y fosas comunes.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador recibirá la estafeta para atender no solo los reclamos legítimos de las víctimas indirectas de estas desaparici­ones, sino que deberá resolver este rezago de identifica­ción de cuerpos y restos que parece no tener fin. Por ello, resulta imperante atender las recomendac­iones que en esta materia realizó el Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes (GIEI): 1) Crear un programa nacional de exhumacion­es que sea profesiona­l, confiable y expedito. 2) Resguardar y custodiar de manera adecuada los lugares donde pueden encontrars­e cadáveres, cuerpos y restos. 3) Contar con un sistema único automatiza­do de identifica­ción dactilar a escala federal.

La certeza de identifica­r a un ser querido abre al menos un resquicio de paz para quienes cargan el dolor de la permanente incertidum­bre. M

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