Ciclistas domesticados
Lo más radical que hacen los actuales movimientos ciclistas es el maratón crash race, es decir, ocupar la ruta de esa carrera horas antes de que la abran al público. Los antiguos radicales se volvieron funcionarios, los nuevos están domesticados.
Quizá parezca peyorativo calificar así a una convicción por respetar las reglas y el orden, pero olvidan que la desobediencia urbana es una práctica válida cuando la ciudad no respeta tus derechos mínimos, cuando el modelo de desarrollo solo ha causado exclusión y desigualdad en el espacio público, cuando el mercado te expulsa a vivir en la periferia.
Es un tema delicado, sí, pero necesario discutirlo. El derecho a disentir está emparentado con los viejos movimientos de indignados, con el anarquismo de los Flores Magón y con la desobediencia civil de Thoreau.
En México es más radical la desobediencia urbana que la revolución, sobre todo cuando esta sirve de apellido a partidos que defienden causas conservadoras, partidarios del statu quo.
Hace dos décadas, el activismo ciclista radical obligó a muchos gobernantes a tomar decisiones en pro de los ciclistas y colocó el tema en la esfera pública. Pasaron los años, los radicales maduraron y se volvieron funcionarios públicos o expertos en asociaciones civiles que consiguen contratos y fondos internacionales.
Se profesionalizaron, nada mal hay en ello, pero el espacio que ocupaban en la discusión pública desapareció. Bueno, hasta la Bicired, la asociación nacional de ciclistas urbanos, agoniza por discusiones internas y falta de rumbo, con lo que abandonaron su rol como impulsores de cambios.
Dicen que los recursos para una obra pública llegan tras construir capacidades técnicas y de una decisión política, la experiencia de la congelada ciclovía en División del Norte o la inexistente red del Trolebici demuestra que no siempre es así. A menudo falta el empuje de la sociedad activa, de los bravos, rebeldes, insumisos, no la aquiescencia de los mansos.
México es un referente mundial en movilidad. Cada día hay más atención hacia lo que aquí ocurre, hagamos que las cosas pasen. Revivamos la indignación, la pasión y las emociones que le dan sabor a los días.