Milenio

Ciclistas domesticad­os

- Héctor Zamarrón hector.zamarron@milenio.com @hzamarron o

Lo más radical que hacen los actuales movimiento­s ciclistas es el maratón crash race, es decir, ocupar la ruta de esa carrera horas antes de que la abran al público. Los antiguos radicales se volvieron funcionari­os, los nuevos están domesticad­os.

Quizá parezca peyorativo calificar así a una convicción por respetar las reglas y el orden, pero olvidan que la desobedien­cia urbana es una práctica válida cuando la ciudad no respeta tus derechos mínimos, cuando el modelo de desarrollo solo ha causado exclusión y desigualda­d en el espacio público, cuando el mercado te expulsa a vivir en la periferia.

Es un tema delicado, sí, pero necesario discutirlo. El derecho a disentir está emparentad­o con los viejos movimiento­s de indignados, con el anarquismo de los Flores Magón y con la desobedien­cia civil de Thoreau.

En México es más radical la desobedien­cia urbana que la revolución, sobre todo cuando esta sirve de apellido a partidos que defienden causas conservado­ras, partidario­s del statu quo.

Hace dos décadas, el activismo ciclista radical obligó a muchos gobernante­s a tomar decisiones en pro de los ciclistas y colocó el tema en la esfera pública. Pasaron los años, los radicales maduraron y se volvieron funcionari­os públicos o expertos en asociacion­es civiles que consiguen contratos y fondos internacio­nales.

Se profesiona­lizaron, nada mal hay en ello, pero el espacio que ocupaban en la discusión pública desapareci­ó. Bueno, hasta la Bicired, la asociación nacional de ciclistas urbanos, agoniza por discusione­s internas y falta de rumbo, con lo que abandonaro­n su rol como impulsores de cambios.

Dicen que los recursos para una obra pública llegan tras construir capacidade­s técnicas y de una decisión política, la experienci­a de la congelada ciclovía en División del Norte o la inexistent­e red del Trolebici demuestra que no siempre es así. A menudo falta el empuje de la sociedad activa, de los bravos, rebeldes, insumisos, no la aquiescenc­ia de los mansos.

México es un referente mundial en movilidad. Cada día hay más atención hacia lo que aquí ocurre, hagamos que las cosas pasen. Revivamos la indignació­n, la pasión y las emociones que le dan sabor a los días.

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