Refugiados: crisis humanitaria
La migración es un fenómeno inmanente a los seres humanos y también a los animales. Rechazarlo o convertirlo en delito es una estupidez, como lo hace Donald Trump. Tampoco es un asunto “nacional” que se puede “resolver” con “políticas internas”, como dice AMLO.
En los años recientes, la migración se ha convertido en un problema que la Acnur considera como “la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial”; la misma organización nos informa que “más de 68 millones de personas fueron forzados a huir de sus hogares en 2017 como resultado de la guerra, la violencia y otras formas de persecución”, y el Alto Comisionado de la ONU estima que había 250 millones de migrantes en 2015. Se dice que una de cada 110 personas en el planeta es refugiada, es desplazada interna o busca asilo.
A los inmensos desplazados, refugiados o migrantes de toda África, el triste y trágico caso de Siria, sin menospreciar los de Medio Oriente y los del centro de Asia y los que se dan de manera sistemática del Este y Centro de Europa , así como los que se derivaron de la Guerra de los Balcanes, ahora se agregan los de nuestro continente en el sur.
Solamente en Venezuela 2.3 millones han abandonado su país en los últimos cuatro años ante la crisis social, económica y política que sacude a esa nación bajo el poder de Nicolás Maduro. Los vecinos de Colombia, Ecuador y recientemente Brasil viven tensiones muy graves y crecientes, como lo que ocurrió en Paracaima, donde incendiaron un campamento de venezolanos.
La política criminal de la dictadura de Ortega y su mujer en Nicaragua también está produciendo la salida de miles de nicas que llegan sobre todo a Costa Rica, donde igual se dan manifestaciones xenófobas contra los migrantes.
México vive doblemente el fenómeno de la migración, tanto por ser un país expulsor con más 437 mil mexicanos anuales a Estados Unidos, donde se estima que viven un poco más de 31 millones de personas de ascendencia o procedencia mexicana. También es un país de tránsito de cientos de miles del llamado triángulo norte de Centroamérica que sufren iguales o peores maltratos que nuestros compatriotas.
La política del avestruz no sirve. M