El castillo de Barbazul congrega más de un centenar de músicos
La fortaleza “se asemeja a una gran caja de Pandora”, dice el director Jesús Delgado
La ópera El castillo de Barbazul —basada en el cuento La Barbe-Bleue, de Charles Perrault— es “una puesta en escena muy exigente a nivel interpretativo”, afirma su director de escena, Jesús Delgado.
Inspirada en la leyenda del barón Gilles de Rais, quien privó de libertad y torturó a cientos de niños en la Bretaña francesa de la primera mitad del siglo XV, se presentará hoy y mañana en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario como parte del Festival IM•PULSO Música Escena Verano UNAM, a las 19:00 y 18:00 horas, respectivamente.
El castillo de Barbazul, cuenta Delgado, “no es una propuesta realista. El público no va a ver un castillo con columnas medievales. Todo es sumamente abstracto y contemporáneo. El viaje se establece y el público se puede identificar con la historia permitiendo un juego escénico mucho más interesante, atractivo para el espectador de esta época”.
Escrita en 1911 por el compositor húngaro Béla Bartók, será interpretada por la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, con la soprano Dhyana Arom y el barítono Enrique Ángeles. Según el director de escena, la obra “ya fue desafiante en su momento en cuanto a la composición musical, pero ahora también nos atrevemos desde lo visual. La lectura de la obra se está haciendo con todo respeto al original, pero sin miedo”. “El castillo es una metáfora del alma del propio Barbazul y la música nos permite viajar
“La lectura de la obra se está haciendo con todo respeto al original, pero sin miedo”, asegura “La fuerza de la ópera es el poder del significado que el público le puede dejar a cada cosa”
con la historia. Lo que más me atrajo fue su importancia en el mundo de la música, que se haya asumido con tanta seriedad, que tengamos una orquesta de más de 100 músicos involucrados en una producción esmerada para hacerle honor a lo que representa abordar esta historia”, considerada como la más importante de Hungría.
Para la escenografía, explica Jesús Delgado, se recurrió a muchos simbolismos: “Estamos planteando un castillo que se asemeja a una gran caja de Pandora que recoge todos los males del personaje de Barbazul. Esta imagen de una caja de sorpresas que tiene compartimentos que se abren y se cierran permiten al espectador identificarse con Judith en el recorrido que hace por un sitio que la va sorprendiendo momento a momento”.
En esta propuesta sobresale el juego de sombras en el que, dice Delgado, trataron de evitar los lugares comunes para contar la historia de una forma potente. “Esa es la fuerza de la ópera: el poder del significado que el público le dé a cada una de las cosas; estamos desafiando al público a que participe”. m