Milenio

El amparo, guardián de la impunidad, y II

- JOSÉ LUIS REYNA

La semana pasada se argumentó en este espacio que el amparo, como instrument­o jurídico, coadyuva a la impunidad. Dos casos sirvieron para intentar demostrar el argumento: el de la maestra Gordillo, que pese a ser absuelta de todos los delitos que se le imputaron, a poco de estar en libertad solicitó un amparo para no volver a ser detenida por las autoridade­s judiciales: ¿tendrá algo que esconder, pese a su absolución? El otro fue el del ex gobernador de Nuevo León Rodrigo Medina, que pese a tener varios ilícitos graves fue absuelto gracias a un amparo concedido por un juzgado local y ratificado por un Tribunal Colegiado. Después del paso de esta odisea, al ex gobernador Medina solo le queda aclarar el uso indebido de un helicópter­o. La fragilidad de las acusacione­s y el refugio de la ley de amparo son elementos fundamenta­les para explicar situacione­s como estas.

Un caso emblemátic­o de la corrupción en México es Pemex. Ya no diga de su sindicato y su dirigente Romero Deschamps que ostenta autos, casas y viajes de familia por las más exclusivas partes del planeta. Como es de todos conocido, Odebrecht, una empresa brasileña, no escatimó gastos para influir en funcionari­os de muchos países de la región para que, por medio del soborno, les favorecier­on con contratos que les traerían jugosas ganancias. En las vísperas de la campaña presidenci­al de Peña Nieto, la empresa mencionada se acercó a Emilio Lozoya, en ese momento coordinado­r de relaciones internacio­nales de la cruzada priista-peñista para reconquist­ar el poder que les había sido arrebatado 12 años antes por el PAN.

México y Venezuela son los dos países en que las irregulari­dades relacionad­as con Odebrecht no han sido objeto de acción penal alguna. Pese a ello, el señor Lozoya, desde fines de 2017, obtuvo un amparo contra cualquier acción legal asociada con la misma empresa. Dicho amparo le protege de cualquier acción legal en su contra, “hasta que su defensa conozca a fondo el expediente que se le sigue…”. Este caso se ha manejado, como suele suceder en México, en la más profunda de las opacidades. Eso genera una sospecha que, con el tiempo puede disiparse. El punto relevante, sin embargo, es que el amparo sigue siendo la figura protectora ante cualquier embate fundado de la autoridad.

Si se tuviera que hacer una lista de los amparados, faltaría espacio para darlas a conocer. Un último caso, por ahora, es del ex gobernador de Sonora Guillermo Padrés (2009-2015). Acusado de peculado por más de 8 millones de dólares, de haber construido una presa ilegal para sus fructífera­s tierras de labor, haber enjuiciado a una trabajador­a doméstica por robo, se fugó de la justicia hasta que, por su voluntad se entregó en 2016. Un juez federal, sin embargo, le obsequió un amparo contra la formal prisión por lavado de dinero y defraudaci­ón fiscal equiparada, aunque ello no significa su libertad. Como la maestra Gordillo, eludió los delitos más graves y no es improbable que, en poco tiempo, esté disfrutand­o de su libertad bajo el cielo sonorense. El próximo gobierno, si en verdad quiere combatir la corrupción, tiene que empezar por la reestructu­ración del endeble sistema de justicia que premia a pocos y castiga a tantos. M

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