Callan explotación laboral por miedo a la deportación
El impago de trabajos, jornadas superiores a 40 horas semanales, salarios por debajo del mínimo o la falta de seguro, los problemas
Carlos nació en México pero hace una década decidió emprender el sueño americano y desde entonces, como indocumentado, ha trabajado en EU “sin descanso” en el sector de la construcción y de la hostelería, con “miedo” a ser descubierto. “Llegué a Texas hace 10 años para visitar a mi hermano y ya me quedé para trabajar sin obtener el permiso de trabajo, mis patrones siempre han sido mexicanos, ellos entienden nuestra situación. Eso sí cuando salgo del apartamento lo primero que hago es mirar si hay alguna patrulla”, explicó Carlos.
Tras comprobar que “no hay nadie”, Carlos comienza a correr hasta llegar al lugar donde trabaja, un restaurante mexicano en Austin a unos 20 minutos de su casa; una vez allí se siente “seguro”, porque sabe que tiene sus derechos.
El encargado de asuntos jurídicos y de protección del consulado general de México en Austin, Félix Herrera, reconoce que a pesar de las políticas antinmigratorias de Trump, ellos reciben “la misma afluencia de casos de siempre”.
El impago de los trabajos, jornadas laborales superiores a las 40 horas semanales, salarios por debajo del mínimo establecido en 7.25 dólares por hora o la falta de seguro médico ante accidentes son los principales problemas de esta comunidad. “La mayoría son indocumentados, pero la realidad es que la ley los protege de igual manera. No importa si no tienen papeles, pueden hacer cualquier gestión a través de las agencias gubernamentales o de abogados”, dijo.
El consulado organiza desde hace una década una semana informativa, con motivo del Día del Trabajo en EU, para que los paisanos “rompan ese miedo a creer que si se quejan contra el empleador pueden perder su trabajo por cuestiones migratorias”.
El Departamento de Trabajo de EU especifica en su código que “no se puede discriminar o despedir a un empleado por presentar un reclamación o presentar información en el marco de una investigación”, independientemente de su estatus legal.
La Hermanad de Carpinteros de South Texas, con sede en Austin, es un ejemplo de ello, puesto que en su programa de entrenamiento “no discriminan a nadie por su color, raza, ideología o situación migratoria”.
Uno de los responsables de la asociación, Albino Balderas, comentó que “cualquier persona con ganas” puede unirse a ellos para trabajar o para empezar el oficio desde cero. “Nosotros no preguntamos si tienen papeles o no, simplemente les hacemos una prueba para ver que tipo de trabajos se les pueden conceder y se les pide que sean responsables; eso sí advertimos de que algunas empresas solicitan que tengan algún tipo de visado para que si no están seguros, no se inscriban en esa obra”, matizó Balderas.
Además del programa de entrenamiento de cuatro años, ofrecen la posibilidad de acceder a un seguro médico para el empleado y su familia, un plan de retiro e, incluso, otras ventajas como cursos de idiomas, tanto para aprender inglés como español. m