En el Cervantino, la poética dancística de Michéle Noiret
Palimpseste Solo/Duo, compuesta por 12 piezas musicales
La pieza de danza Palimpseste Solo/Duo, de la coreógrafa belga Michéle Noiret (1960), reinterpreta la música del alemán Karlheinz Stockhausen (1928-2007), quien fue conocido por su destacado y visionario trabajo en la música culta del siglo XX, además de crear obras contemporáneas e innovar en composiciones electroacústicas.
A partir de una partitura para clarinete y piano de Stockhausen grabada por Majella Stockhausen y Suzanne Stephens, la pieza inicia como un solo de ella y más adelante se suma el bailarín David Drouard para crear un diálogo armonioso en el escenario. Se trata de proyectar los movimientos desde una perspectiva polifónica; es decir, la combinación de los sonidos se expresarán en un solo movimiento corporal.
La creadora, coreógrafa e intérprete de la obra, recordó que en 1977, fecha en la que conoció a Stockhausen en la escuela de danza Mudra de Maurice Béjart, el músico le propuso realizar una pieza de danza en solitario que incorporara su música. Desde entonces y durante 15 años trabajaron en conjunto, comentó Noiret en videoconferencia desde Bruselas. “Desde muy joven—dijo— quise explorar la relación de la música con el cuerpo” recordó y añadió que con el paso del tiempo decidió experimentar esta relación a partir de su propia corporalidad. Así surgió Palimseste Solo/ Duo, cuyo significado apela a los manuscritos de la Edad Media, borrados y vueltos a escribir, de tal modo que ella ofrecerá una nueva versión de esta música.
El solo que conforma la primera parte de la presentación tiene que ver con el silencio, para abordar la música desde el interior; por otro lado, el dueto con el bailarín David Drouard le permite ejecutar un baile mimético en escena.
La obra está compuesta por 12 piezas musicales de Stockhausen y forma parte de la programación del XLVI Festival Internacional Cervantino. Se trata, según su autora, de jugar con la referencia a los 12 signos del zodiaco; cada melodía dura dos minutos y se repiten una y otra vez.
Michéle Noiret recuerda a Stockhausen como alguien a quien le interesaba impulsar a sus intérpretes, les exigía que fueran más allá de sus límites, aunque le gustaba mucho improvisar en sus piezas.
Palimpseste Solo/Duo de esta bailarina contemporánea que se ha distinguido desde 1986 por su inconformismo y la poética de sus piezas, se presentará en el Teatro Cervantes, Zona Centro, el 12 de octubre a las 18 horas. m
Como advirtió Harper Lee en Matar a un ruiseñor, “la única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno”. El protagonista, Atticus Finch, por ser un “perfecto” modelo de integridad, es un “personaje ficticio” que, sin embargo, nos motiva a rescatar la imagen del “homobono”, un referente necesario entre tantos farsantes. La sentencia “es pecado matar un ruiseñor...” cobra sentido no porque tal clase de aves se encuentre en peligro de extinción, sino porque nos habla del momento en que pierde peso y significado su existencia.
Cuando Joe Brainard escribe en 1970 Me acuerdo, logró cautivar al más exigente público intelectual, como Ron Padgett, por utilizar un argumento elemental pero sofisticado que, aunque repetitivo, nunca pierde su connotacion original. De ahí el libro de Georges Perec Je me souviens. Poner entonces nuestra vida al servicio de lo elemental no significa abandonar la profundidad, sino dejarse de complicaciones y examinar con mirada entrañable lo más íntimo de ella.
Entonces, la expresión “me quedo sin palabras” para referirnos a personas que construyen sus discursos partiendo desde la experiencia universal debería ser algo inexpugnable, pero a propósito tantas traducciones, biografías y semblanzas son posibles; pues inclusive los mejores oradores tienen la alternativa de callar: aunque procuren el hábito de hablar, son imposibles las carencias discursivas.
Alguien aturdido prefiere desde luego cualquier clase de silencio a pesar de ser de índole ensimismada. A propósito del tema, Joseph Dinouart elabora un ensayo titulado Sobre el arte de callar y el silencio, que tiene por mantra unas palabras del profeta Isaías: “secretum meum mihi”. Tal parece que la importancia del tema ya es recurrente. ¿Por qué? Para quienes han intentado basar una obra en la ajena, examinar la cuestión es clave; quienes están poco familiarizados con el tema supondrán que deben ubicarse en un contexto cultural donde cada elemento sea original. Hacer cualquier cosa, por breve que sea, implica desafiar las “formas heredadas” al adoptar una postura crítica ignorando los códigos de referencia.
Finalmente, quizás Borges sea de los pocos escritores, sin intención académica, que acepta con humildad la impotencia ante este asunto, cuando lleva a cabo la traduccion de “la última hoja” del Ulysses de Joyce, un monólogo final saturado por frases que permiten crear un nuevo texto partiendo del original: al cotejarlo es comprensible, sí, pero lejano.
Hay que estar en el lugar indicado, decía Dorothy Parker, para lograr grandes cosas; sin embargo, por más que tengamos la precisión del acierto, suscribo de nuevo con Lee: “uno vence raras veces, pero alguna vez vence”. m