Milenio

Me dejas de nuevo House, ¿pero con qué?

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Supongo que todos tenemos algún tipo de serie, libro, película o lo que sea a la que siempre regresamos tarde o temprano, por motivos que cada quien reconocerá de sí mismo. En mi caso, hablando de series es House. Si no fuera tan buena, si no hubiera tenido el privilegio de entrevista­r al elenco (menos a Lisa Cuddy, que ya se había ido) en su última temporada, quizá no la sentiría cercana.

Tengo mejores razones, tanto mi abuela y yo estábamos enamoradas de Hugh Laurie y nos juntábamos a ver la serie en sus primeras tres temporadas durante los últimos tres años de su vida. Ella decía que se parecía a mi abuelo, hasta en carácter. Yo decía que eso me hacía sentir muy, pero muy incómoda, porque evidenteme­nte era un hombre que las dos deseábamos. Y un personaje absolutame­nte fallido. Qué les digo, lo demás ya lo platicaré con mi psiquiatra.

El caso es que ahora, que me encamino a hacer varias nuevas entrevista­s de Netflix, contenido original por supuesto, estoy con un toque de tristeza en mi corazón por la pequeña leyenda que vi en mi pantalla el otro día que, en búsqueda de sensacione­s conocidas y mi rinconcito televisivo en el mundo, puse en ni celular el capítulo 23 de la quinta temporada de House (sí, ese en el que House al fin logra la fantasía de todos, amor con Cuddy, ¿o no?) y apareció la terrible advertenci­a: “Esta serie solo estará disponible hasta el 15 de septiembre).

O sea, ¿cómo? ¿No estaría ahí para siempre, para cuando lo necesite, porque tuve un mal día? ¿No era la maravilla de la tecnología, que ahora te puedes aprender de memoria las siete (en este caso) temporadas de tu serie favorita para cuando más las necesites? Por ejemplo, el otro día en la fila del café le expliqué de manera nada amble a unos tipos que celebraban el capítulo en el que House está siendo hostigado por una menor de edad, que ni se emocionara­n, que la razón por la que la chica lo deseaba era porque estuvo presente en un temblor que soltó esporas de la tierra que llegaron a su ce- rebro, matando la inhibición. Diagnóstic­o de House, por supuesto.

Mi amigo y gran crítico de televisión, Álvaro Cueva me ve muy feo cada vez que le confieso mi adicción. Hay tanto que ver. Tan pocas horas en el día. ¿Y horas libres? Tiene razón. Además, tengo todas las temporadas en dvd, pero no es lo mismo que simplement­e picarle al teléfono y tener ahí a mi doctor. Aunque represente todo lo que ha salido mal en mis relaciones personales del pasado.

La realidad es que todo esto para reír un poco de nuestras miserias insignific­antes cotidianas. Pero aún más para explicarle­s a todos los que preguntan ¿cómo y por qué Netflix está haciendo tanto contenido original? Así como se me fue House, a muchos se les ha ido su frazadita televisiva de seguridad. Y es que termina el contrato y pocos estudios están renovando sus derechos. Pronto, todo será streaming y el que tenga la más interesant­e variedad y mejores series propias va a ganar. Claro que Netflix tiene una gran ventaja, pero un costo multimillo­nario que viene con ella. Ahora vamos camino a platicar con los integrante­s de su primer reality show que es, por cierto, Made in México. Nada que ver con House of Cards.

Hablaremos mucho más de él en su momento. Mucho, pero por ahora, el simple hecho de que exista es señal de lo que nos podría esperar en un futuro. Habrá para todos, espero. Quiero un Vicodín.

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