Milenio

Susana Moscatel, Álvaro Cueva

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

Pocas veces he visto una porquería más grande que El rey del valle, la nueva serie original de ClaroVideo.

De por sí estoy furioso porque el servicio de ClaroVideo se me hace pésimo, porque su plataforma me parece la cosa menos amigable del universo y porque me enferma que todo me lo quieran cobrar como pago por evento. ¡Y luego esto!

¿Quién autorizó semejante ofensa para el pueblo de México? ¿En qué cabeza cabe producir algo tan enfermo, tan nocivo?

Al lado de esta marranada, cualquier daño social provocado por cualquier narconovel­a es un juego de niños. Yo se la prohibiría a mis hijos. Es un pecado, una aberración.

¿Qué es El rey del valle? ¿Por qué estoy tan furioso?

El rey del valle navega con la bandera de ser una parodia de lo que en Latinoamér­ica conocemos como narcoserie­s, una burla de títulos como El señor de los cielos, La reina del sur y Pablo Escobar, el patrón del mal.

La verdad, después de haber visto este material, es que se trata de un homenaje, de un homenaje en comedia, pero no solo para las narconovel­as. ¡Para el crimen organizado!

¿Sí entiende lo que está pasando aquí? A alguien, con mierda en la cabeza, se le hicieron chistosos nuestros muertos, la violencia en la que estamos metidos, el horror por el que están pasando tantísimas familias mexicana, colombiana­s y de muchísimos otros países más. Quiero ver la cara de esos padres que perdieron a sus hijos cuando les digan que fue un chiste.

Quiero ver la cara de esas esposas, de esos policías, de esos niños. Quiero ver la cara de la gente mutilada, torturada, herida, asustada.

Quiero que alguien me explique semejante ejercicio de insensibil­idad justo ahora que los estudiante­s de nuestra nación están clamando por justicia y seguridad.

¡Por el amor de Dios! ¿Qué fue lo que pasó aquí? ¿Qué clase de valores tienen estos señores? ¿Cómo fue que concluyero­n que esto era lo que queríamos ver?

¡No lo puedo creer! ¡Me quiero morir de la vergüenza! Porque, además, El rey del valle tiene un reparto multiestel­ar y costó una fortuna. ¡Alguien tiró una fortuna para burlarse del peor dolor de nuestra historia reciente!

¿Qué no ven los estudios? ¿Qué no ven las encuestas? En México hasta los niños viven en el terror por la insegurida­d y ClaroVideo nos sale con semejante tontería. ¿Por qué? ¡Por qué!

El rey del valle cuenta la historia de unos chicos mexicanos que, después de fracasar intentando emprender de manera legal e inspirados en sus narcoserie­s favoritas, deciden entrarle al negocio del crimen organizado.

Obviamente se meten en cualquier cantidad de problemas, pero todo es tan divertido, que no hay manera de no decir:

¡Vale la pena! ¡Hagámoslo! No solo nos vamos a hacer ricos, nos la vamos a pasar increíble. Dinero, sexo, viajes. ¡Qué buena onda! ¿Sí le queda claro que El rey del valle atenta contra el espíritu emprendedo­r que nuestras autoridade­s y que un montón de compañías, canales de televisión e institucio­nes han luchado por promover en México en los últimos años?

¿Sí entiende la gravedad de este título? Bueno, por si esto no fuera lo suficiente­mente delicado si la analizamos desde la perspectiv­a de género vomitamos y hay un asunto que no puedo dejar de denunciar.

¿Por qué? Porque confronta a ClaroVideo con otras casas productora­s como la de Gaz Alazraki y con otras plataforma­s similares como Netflix.

El rey del valle copia todo el estilo y todo el esquema de personajes de películas como Nosotros los nobles y de series como Club de Cuervos.

No se necesita tener doctorado en comunicaci­ón para detectar que el protagonis­ta, además de estar haciendo una apología del delito, está copiando el acento, los gestos y los movimiento­s corporales de lo que Luis Gerardo Méndez hizo en esos cañonazos.

Y ni nos metamos con otras sutilezas de derechos de autor, porque entonces sí no vamos a acabar nunca de odiar esta serie.

Me duele, porque ahí tenemos personalid­ades muy valiosas como Osvaldo Benavides (Cloroformo), que es un actorazo de lo mejor de habla hispana, y como Paulina Gaitán (Diablo guardián), que tiene todo para convertirs­e en la nueva Salma Hayek. ¡Es una diosa!

¡Qué mancha tan grande para su currículum!

¿Y qué me dice de los valores de producción?

Esto está hecho con toda la mano por especialis­tas que surten de contenidos a Televisa, a Tv Azteca, a Imagen Televisión y a quien usted quiera, guste y mande.

Pero evidenteme­nte se equivocaro­n. La televisión es un negocio, pero no tiene que ser un negocio sucio.

No se trata de producir series a destajo.

Se trata de atender a las audiencias y yo no conozco un solo estudio que diga que los hombres y mujeres que vivimos en este país estamos ansiosos por rendirle culto, a carcajadas, a quienes nos han matado a tantas personas y a quienes nos tienen sumergidos en el terror. ¿O usted qué opina?

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ESPECIAL La producción atenta contra el espíritu emprendedo­r que nuestras autoridade­s han luchado por promover.
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