Milenio

De las damnificad­as de los sismos de 2017; se quedó sin casa ni taller, pero gracias a las fundacione­s Harp Helú y Citibaname­x nuevamente tendrá techo y sustento

Doña Tere es una

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El sismo de hace un año en Oaxaca no solo arrebató vidas y convirtió sueños en pesadillas, también puso en riesgo de extinción la herencia cultural de la región del Istmo, al destruir al menos seis Talleres de Artes y Oficios, que hasta esa fecha se habían encargado de promover y enseñar la cultura oaxaqueña.

Uno de estos casos fue el de Teresa y sus cuatro hermanas. Cinco mujeres que aquella madrugada resultaron doblemente damnificad­as al perder la casa y el taller de confección y bordado donde tres generacion­es de su familia habían elaborado los famosos trajes de juchitecas.

Entre los escombros y las nuevas paredes de lo que será su taller, doña Teresa López recuerda como aquella madrugada una de sus hermanas le habló para contarle que había temblado. Tere, cómo le dicen sus amigos, el 7 de septiembre no estuvo en su casa; esa noche había salido del país para promover sus floridos vestidos y bordados en Estados Unidos.

La llamada, cuenta, duró poco. Su hermana le narraba que “no había pasado a mayores”, que solo se habían quedado sin luz y que una lámina había caído sobre su hamaca. Sin embargo, conforme pasaba la noche y la mañana se acercaba descubrier­on que lo que había parecido un daño mínimo, en realidad era un daño total a la estructura de su casa y taller.

“Estuvimos en la calle más de tres meses, no teníamos dónde trabajar ni teníamos materiales ni dónde dormir o cocinar, pero lo más triste fue que parecía que nuestros bordados desaparece­rían”, cuenta Teresa, mientras muestra el cascajo que aún permanece en la entrada de su casa.

Durante los censos, su casa y taller fueron clasificad­os con daño total. Esperaron dos meses los 120 mil pesos que prometió el Fonden, pero el dinero nunca llegó, pues según la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territoria­l y Urbano, el dinero fue depositado a la cuenta de una homónima de Teresa que, curiosamen­te, había muerto cinco años antes.

“Nos sentimos más solas y abandonada­s. Estábamos a la intemperie y decepciona­das. Sabíamos que no había sido culpa del gobierno y que si nuestro dinero había ido a parar a otra tarjeta, fue porque todo había sido una confusión”.

Durante los siguientes cinco meses las mujeres tocaron puertas de institucio­nes gubernamen­tales y privadas; todas fueron cerradas. Hasta que las fundacione­s Harp Helú y Citibaname­x les ofrecieron construir un nuevo hogar y un taller. La única condición es que compartier­an su oficio con quien deseara aprender y que jamás dejaran de bordar.

“La promesa que la fundación hizo fue que construirí­an una casa con dos cuartos, una cocina, un baño, un comedor y una área donde pudiéramos hacer nuestros bordados, pero además donde se pudiera enseñar a quien deseara aprender nuestro arte”, explica doña Tere.

La casa prometida también incluirá un patio con jardín y área para exhibir sus vestidos. Al igual que a Teresa, las fundacione­s Harp Helú y CityBaname­x apoyaron a otros 10 artesanos que también perdieron sus casas de Oaxaca, Chiapas y Morelos tras los sismos. Cada casataller requirió de una inversión de millón y medio de pesos.

“Nosotras estamos muy agradecida­s porque nada de lo que había es lo que nos están ofreciendo, un buen lugar para trabajar en armonía, un buen techo para cobijarnos y hasta un lugar dónde ofertar nuestros vestidos. De esta tragedia salieron muchas cosas buenas para nosotros”, comparte doña Teresa.

Al día siguiente del sismo del 7 de septiembre las fundacione­s CitiBaname­x y Harp Helú abrieron la cuenta bancaria 23, Uno por Uno, con el objetivo de recaudar dinero de distintas empresas. El compromiso que hicieron fue que por cada peso recaudado ambas lo duplicaría­n. Tras meses de colecta se obtuvieron 124 millones de pesos, cifra que subió a 242 mdp con el peso extra de ambas fundacione­s.

Del total de dinero recaudado, las dos fundacione­s destinaron 50 por ciento a la construcci­ón de casas y el resto a la reconstruc­ción de mercados, edificios históricos y talleres de oficios; a este último rubro le brindaron el 10 por ciento.

Hoy doña Teresa solo espera que la obra concluya, pues dice, “nos urge que la gente conozca lo que hacemos, no importa que no lo compren, que lo aprecien nada más y que, claro, vengan y lo aprendan”. M

 ??  ?? Teresa López decora uno de los famosos trajes juchitecos. Una de las condicione­s del apoyo, fue enseñar el oficio a otras personas.
Teresa López decora uno de los famosos trajes juchitecos. Una de las condicione­s del apoyo, fue enseñar el oficio a otras personas.
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Madre e hijo se dirigen a la entrada de una de las nuevas casas.

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