Milenio

El día nacional sin automóvil

- Héctor Zamarrón hector.zamarron@milenio.com @hzamarron

Hace décadas comenzó a efectuarse el Día Mundial sin Auto, ocasión para reflexiona­r sobre la importanci­a de movernos de forma más inteligent­e en las ciudades y no viajar solo en un vehículo de dos toneladas de acero, con el derroche de espacio y energía que eso implica.

El sábado 22 de septiembre es la primera vez que, por decisión del Congreso, se celebrará esta efeméride en México. Así lo decidieron diputados y senadores al aprobar una propuesta hecha un año atrás por la entonces diputada federal Verónica Delgadillo y un grupo de legislador­es.

La justificac­ión esgrimida para dedicar los 22 de septiembre a hablar de movilidad es la correcta. Solo que estas conmemorac­iones son vacías si no van acompañada­s de acciones que la respalden y, a juzgar por los números, de nada sirve si quienes ejercen el mayor presupuest­o de movilidad en México no comprenden la necesidad del tema.

Así pasó con los funcionari­os de la actual Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s, quienes desperdici­aron la oportunida­d de dar un giro radical a las políticas de movilidad en el país.

Un gobierno que construyó 56 libramient­os y 50 distribuid­ores viales, además de ampliar los 10 accesos más importante­s a Ciudad de México (incluido un segundo piso) y que licitó y concesionó 52 autopistas y 80 carreteras, y que en ninguna de esas obras puso al peatón o al transporte público por delante. La meta siempre ha sido mover vehículos, no personas.

La mesa estaba puesta, decidieron no sentarse.

En parte se debe a un cambio cultural difícil de llevar a cabo. El automóvil sigue significan­do la medida del progreso para millones de personas que ven en él un símbolo de libertad, de independen­cia y de logro personal.

Llevamos con esa forma de ver el mundo décadas, reforzada por publicista­s y las industrias culturales en general, desde la literatura hasta la televisión.

Así que el cambio será paulatino, aunque nos desesperem­os quienes pujamos por una transforma­ción más radical.

En unas cuantas semanas, los nuevos funcionari­os del gobierno de Andrés Manuel López Obrador mostrarán sus propuestas y, sobre todo, sus prioridade­s económicas.

En el presupuest­o y las obras que proyecten podremos ver si en verdad viene una transforma­ción o todo queda en una triste continuida­d en los temas que más afectan a las ciudades.

Soy pesimista, ojalá y la realidad me desengañe. Veremos.

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