Legalizar mariguana, no cerrar embajadas
El Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques publicó recientemente un estudio sobre la despenalización de la mariguana en México.
En seguimiento al tema que abordamos en dos columnas anteriores sobre el caso de la heroína, comentamos ahora el estudio intitulado El nuevo camino hacia la política de drogas: la despenalización de la mariguana.
La investigación del Gilberto Bosques, órgano del Senado, expone los antecedentes en México y los distintos escenarios internacionales sobre la despenalización de la mariguana en Uruguay, Portugal y en los estados de Colorado y Oregón del vecino país del norte.
La experiencia internacional es útil a México para evitar errores y adoptar medidas con base en su propia realidad, en tema tan delicado para la salud y la seguridad públicas.
El futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador responde al llamado que hizo la ONU en 2016 para un nuevo modelo en la política de combate contra las drogas, ya que las legislaciones punitivas no han logrado disminuir su consumo.
Casi todos coincidimos en que se perdió la llamada guerra contra las drogas, declarada por Felipe Calderón con ocultos motivos de legitimación político-electoral, pero hasta ahora no todos coinciden en apoyar su legalización.
Subrayo que al hablar de la legalización de las drogas, no todas son iguales, pues hay muchos puntos que precisar: tipos, fines, cantidades, efectos, etcétera. No son igual de adictivas la metanfetamina, la heroína y la cocaína que la mariguana, por ejemplo.
En febrero de 2016, una encuesta de Parametría sobre la regulación de la mariguana indicó que a pesar de ser mayor el rechazo (66% en contra y 29% a favor) hubo un incremento de 22 puntos en el porcentaje de personas a favor de la legalización de la mariguana en México entre 2008 y 2015.
La tendencia de creciente aprobación en México converge con la de Estados Unidos, pero en nuestro país la opinión a favor todavía no es mayoritaria.
El Pew Research Center midió la opinión de la sociedad estadunidense sobre este asunto desde 1969, cuando 84 por ciento creía que la mariguana debería ser ilegal y por primera vez, en 2013, más personas (52%) dijeron que el uso de la mariguana debería ser legal.
Al respecto, Parametría comentó que los datos muestran cómo la sociedad estadunidense fue cambiando sus opiniones en forma paulatina, hasta llegar a un nuevo punto de vista en el tema. Así está ocurriendo en México, pero aún falta que la mayoría apoye el cambio. Si ambas sociedades están modificando su opinión a favor de la despenalización de la mariguana, el gobierno de Estados Unidos parece estar en contra.
La administración de Donald Trump argumenta, con cierta razón, que bajo las leyes federales usar mariguana es ilegal, aunque haya sido legalizada por los congresos locales. Mientras no cambie la ley nacional, advierte, seguirán los arrestos de los usuarios de mariguana.
El próximo gobierno mexicano se va a enfrentar con la resistencia del estadunidense, que parece favorecer la línea dura de la guerra contra las drogas a través del uso prioritario de la fuerza, a pesar de que no lo aplica en su propio territorio.
A Estados Unidos le preocupa más la epidemia de los opiáceos, por el elevado número de muertes, que la despenalización de la mariguana. Mientras que la heroína y sus productos matan, la mota forma parte de la cultura lúdica estadunidense.
El problema es que México seguirá siendo la principal fuente de heroína y de opiáceos para Estados Unidos si no se frena el consu- mo en ese país. La solución está en crear un amplio programa para reducir la demanda de narcóticos en Estados Unidos.
Recientemente, los internacionalistas Érik Porres, en El Heraldo, y Fausto Pretelín, en El Financiero, criticaron el recorte salarial a los servidores públicos, que afecta en particular a los diplomáticos por el carácter excepcional de su trabajo.
El doctor Porres advirtió que, de no corregir a tiempo, además de los funcionarios de carrera, uno de los sectores que más se verá afectado es el Servicio Exterior Mexicano. Y puso como ejemplo el caso de un ministro en la embajada de México en Madrid que no le alcanzaría ni para los gastos básicos.
Por su parte, el doctor Pretelín escribió un artículo en tono irónico pero que en realidad es distópico, como él dice, en el sentido de que una política que pretende la felicidad para sus ciudadanos los hace sufrir: Soy diplomático, chofer de Uber y como en McDonald’s. Está muy bien documentado con datos duros y advierte sobre el cierre de embajadas.
Cada vez son más las voces autorizadas que se oponen a una medida adoptada de golpe y porrazo, sin medir las consecuencias.
La austeridad es necesaria para corregir excesos. Pero adoptar medidas demagógicas para lograrla resulta absurda y contraproducente, por haber sido mal concebida, pues atentan contra la influencia de México en el mundo.
El resultado sería debilitar la política exterior de México. Y, a pesar de lo que algunos suponen, los diplomáticos no se improvisan, se forman con muchos años de experiencia y entrenamiento.
Los miembros del Servicio Exterior Mexicano son profesionales e institucionales y, sobre todo, leales al Presidente de la República. M