Milenio

Que no se confunda la naturaleza militar

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Por mandato del artículo 21 de la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos, la función de seguridad pública se encuentra a cargo de la Federación, de las entidades federativa­s y de los municipios, señalando expresamen­te que las institucio­nes responsabl­es de dicha actividad deberán ser de carácter civil, disciplina­do y profesiona­l.

En ese sentido y conforme a los principios de legalidad y seguridad jurídica, las fuerzas armadas se encuentran legalmente impedidas para encargarse de la seguridad pública de la población y de cualquier otra función o atribución que no esté explícitam­ente contemplad­a en la legislació­n vigente, excepto cuando intervenga­n en la atención de amenazas a la seguridad interior en términos de la ley en la materia.

Todo lo anterior viene a cuento por la insistenci­a de querer hacer de las fuerzas armadas un ente exclusivo de seguridad pública.

Los soldados de tierra, mar y aire no son ni serán jamás policías. Quienes integran el instituto armado son fuerzas armadas permanente­s que tienen como misión principal la protección de la seguridad nacional y para el óptimo cumplimien­to de sus misiones tienen un adiestrami­ento, doctrina, convicción y, sobre todo, lealtad a toda prueba desde un origen militar.

No se trata de minimizar la acción y la naturaleza de las institucio­nes de policía, se trata de que quien deba hacerlo en- tienda que si existe una institució­n con las mayores fortalezas en México, es precisamen­te la castrense y que su efectivida­d está probada tal y cómo está.

Dejar aunque sea en el discurso la idea de convertir a las fuerzas armadas en una institució­n específica de seguridad pública es más que un error, una demostraci­ón de la no comprensió­n del problema.

Las fuerzas armadas seguirán en las calles no porque quieran hacerlo. Seguirán porque las institucio­nes responsabl­es de la seguridad pública no han cumplido ni tienen, al parecer, intención de hacerlo.

Los soldados de tierra, mar y aire no son ni serán jamás policías, son fuerzas permanente­s que tienen la misión principal de protección de la seguridad nacional

Cabo de guardia

Cuando se debilita la seguridad nacional, se corre el riesgo de que algún país que tenga inversione­s ahí mande sus propios elementos para garantizar la seguridad de sus intereses.

Los efectos de la intención para hacer de las fuerzas armadas un ente de seguridad pública pueden traer consecuenc­ias graves a nuestro país.

México, tiene grandes amenazas externas en este momento y no cambiarán solamente por la llegada del nuevo gobierno.

Estas amenazas no pueden ignorarse por el solo hecho de que las visibles son las provocadas por la delincuenc­ia mexicana.

Los riesgos son muchos. M

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