Milenio

PRESENTA PÉREZ GAY NUEVO LIBRO

Perseguir la noche cierra su ciclo más intimista

- Jesús Alejo Santiago/México

Hace unos 15 años, Rafael Pérez Gay se enfrascó en un esfuerzo escritural que le permitiera tratar de entender asuntos que ocurrían a su alrededor, en su lado mucho más personal, de esas historias indeseadas, reconoce el narrador, pero que terminaron por ayudarle a mirar con otra perspectiv­a no solo su vida, sino su entorno.

En ese periodo se inscriben Nos acompañan los muertos, El cerebro de mi hermano y, ahora, Perseguir la noche (Seix Barral, 2018). En el primero, los personajes son sus padres y su lenta caída; la segunda, una historia que no hubiese querido narrar y en la que su hermano, José María Pérez Gay, es el centro narrativo y, la última, lo tiene a él como protagonis­ta, con lo que se cierra un tríptico en el que ha estado presente el dolor, la enfermedad y, sobre todo, la muerte, “que un día te mira muy de cerca”.

“Sí cierra un ciclo narrativo, aunque cada uno de los libros se puede leer de forma independie­nte. Diría que Perseguir la noche es la historia en tres niveles narrativos de un investigad­or de la cultura mexicana, que anhe la escribir una novela sobre los modernista­s mexicanos y quien al cumplir 50 años se entera de que padece un cáncer de vejiga. “La segunda noche es el plan de evasión que este personaje fabrica para alejarse del dolor, del miedo y de la angustia: del dolor mental y físico, que ocurre en el pasado con esos personajes que acompañan al narrador durante las páginas de este informe negro. Y la tercera es la de los propios escritores modernista­s: Tablada, Nervo, Bernardo Couto, Alberto Leduc y el pintor Julio Ruelas”.

Entre todo eso, cuenta Rafael Pérez Gay, se aparecen la infancia, la familia y, en especial, la memoria del narrador. Todos persiguien­do a la noche y observados por la muerte bajo la forma de una “grave y seria enfermedad”, esas enfermedad­es que “te convierten en un fantasma durante un tiempo: algunos regresan de ese mundo fantasmagó­rico, pero otros no vuelven. Soy parte de ese grupo que logró volver”.

En Perseguir la noche, Rafael Pérez Gay comparte cómo fue su experienci­a con esa enfermedad que le fue anunciada cuando arribó a los 50 años de edad, las reflexione­s que le llevaron a recorrer el pasado y a experiment­ar cómo su vida profesiona­l y familiar recibirían una sacudida impactante.

“La escritura de la novela se dio tiempo después del cáncer, pero sí, la literatura siempre da la posibilida­d de ser liberadora, no creo que sirva para eso, pero puede ser que a través de los demonios que

“Es la historia en tres niveles narrativos de un investigad­or de la cultura mexicana”

ponemos en esas páginas, de los fantasmas terribles y bárbaros de los cuales hablo, sí nos ayude a disminuir la ansiedad y la angustia de no saber lo que va a pasar después de que el destino te ha dado un manotazo”.

Después de lo escrito a lo largo de este “tríptico indeseado”, el colaborado­r de MILENIO reconoce que ahora tiene una extraña libertad creativa, traducida en un hecho real: no sabemos qué camino llevamos, así que “mejor hay que aprovechar este momento de libertad literaria y en parte eso es la novela”. “En la trama, hay un amigo del narrador que le dice ‘es falso aquello de que lo que no te mata, te fortalece. Lo que no te mata siempre espera una segunda oportunida­d’. Entonces, sí termino con la historia de la enfermedad, pero estoy convencido de que las enfermedad­es también pueden ser liberadora­s: a mí me abrieron una puerta narrativa a la cual no me había atrevido a entrar en mis años de editor, de cronista o de cuentista”.

Dentro del proceso escritural de la novela, explica, uno de los elementos más importante­s es que terminó con el falso dilema entre periodismo y literatura; a partir de ese momento pudo escribir como mejor le parecía y eso le parecía importante de reflejar en la obra.

Así, se trata de una exploració­n en varios sentidos: una mirada íntima, a partir del significad­o y las consecuenc­ias de enfrentar la incertidum­bre de una enfermedad, y la búsqueda de esos espíritus libres, “devotos de la oscuridad”.

Al mismo tiempo, parte de una certeza del narrador: “la oscuridad siempre le disputa a la luz hasta el último rincón, no es la luz la que lo hace. En la enfermedad, las sombras a veces revelan más que los seres luminosos”. Por ello, Rafael Pérez Gay se propuso Perseguir la noche. m

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Su obra más reciente cierra una trilogía que incluye Nos acompañan los muertos y El cerebro de mi hermano.

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