Vengan a mí, dice Amex a los millennials
La Black o la Platinum son tarjetas para ricos y poderosos. Que hoy American Express (Amex), marca relacionada con éxito financiero, quiera millennials como clientes, ¿es extraño? No, hace mucho sentido.
En México, alrededor de 90 por ciento de los pagos se hacen en efectivo, el campo de crecimiento para cualquier plástico es enorme. Si a esto se suma el ajuste de cómo consumimos —cada vez más online, desde el smartphone y “buscando servicios sin querer hablar con nadie”, como me dijo Santiago Fernández, director general de American Express México—, es hasta irrebatible poner en la mira a los millennials.
América Latina es hogar de 115 millones de millennials y la tercera región más importante en el mercado de lujo joven, es decir, experiencias y disfrute. Según el estudio “Millennials research”, del equipo global de Insights de Amex, esta generación no se niega a las responsabilidades financieras y 17 por ciento utiliza tarjetas de crédito, más que otras generaciones.
En México, la mayoría (63 por ciento) de este grupo de hombres y mujeres nacidos entre 1981 y 1996 (según Pew Research Center) considera que el ahorro y la prevención son aspectos fundamentales de la cultura financiera, pero 20 por ciento preferiría gastar que ahorrar en caso de tener dinero extra, según la Profeco.
“Estamos haciendo un reposicionamiento muy fuerte hacia el segmento millennial, la nueva campaña les habla y 70 por ciento de la pauta es por medios digitales”, explicó Santiago.
Señaló que su app móvil apoya el mensaje y hoy 40 por ciento de sus usuarios están activos en ella e ingresan más de cinco veces al mes.
Pero los millennials no necesariamente son los que usted piensa. Ya no son tan jóvenes, muchos son profesionistas, padres de familia, dueños de bienes inmuebles, emprendedores y para 2025 representarán tres cuartas partes del mercado laboral. Sufrieron la crisis de 2008 y encontraron cómo recuperarse. Ellos son los ricos y poderosos. Ellos buscan un servicio como el de Amex, que sabe que no es solo el plástico, sino lo que viene detrás de él lo que, como dice Santiago, “elimina toda fricción” para aprovechar el dinero que se tiene al máximo. M