Milenio

¿Inclusión, acceso o cobertura?

-

Para en el sexenio que está por agotarse se propuso una meta de cobertura de educación superior de cuarenta por ciento del grupo de edad entre 18 y 22 años. A la fecha (ciclo 2017-2018) se alcanzó el treinta y tres por ciento de cobertura escolariza­da y treinta y ocho por ciento de cobertura total, en que se incluye la matrícula escolariza­da y no escolariza­da. En esta última se incluye a la población escolar en programas de educación a distancia.

En materia de cobertura, según las cifras consolidad­as del ciclo 2016-2017, las brechas entre entidades federativa­s persisten y son muy significat­ivas. En algunas se han alcanzado niveles superiores a la meta sexenal, como es el caso de Sonora (40.9 por ciento), Puebla (41.1 por ciento), Colima (41.4 por ciento), Aguascalie­ntes (42.5 por ciento), Nuevo León (46.9 por ciento) y Sinaloa (52.2 por ciento). Del otro lado del espectro están varios estados que no han conseguido llegar al treinta por ciento: Tlaxcala (28.0 por ciento), Guanajuato (27.2 por ciento), Quintana Roo (26.8 por ciento), Guerrero (20.9 por ciento) y Chiapas (20.7 por ciento).

Ciudad de México, como entidad de la federación, se cuece aparte. Ha alcanzado un nivel de cobertura bruta escolariza­da de setenta por ciento, y de prácticame­nte cien por ciento en el indicador de cobertura bruta total de educación superior. La última cifra se explica porque en la capital de la República está instalada la mayor parte de la infraestru­ctura que compone la educación a distancia pública y privada.

Hasta aquí los datos de cobertura. Si el gobierno entrante toma la decisión de sustentar el desarrollo de la próxima política de educación superior en la mejora del nivel de cobertura para alcanzar, por ejemplo, una meta de cincuenta por ciento tendría que incrementa­r el número de plazas estudianti­les a un ritmo superior a ciento sesenta mil lugares por año. En otras palabras, conseguir que el volumen de matrícula de educación superior sobrepase la cifra de 5.3 millones de estudiante­s.

Ahora bien, si se pretende reducir las brechas de cobertura entre las entidades federativa­s, entonces se requiere la implementa­ción de una renovada política de asignación de subsidios en el ramo, que estimule simultánea­mente el crecimient­o del nivel medio superior y del nivel superior para acelerar las tendencias del indicador en aquellos estados que han quedado rezagados en el rubro.

Los datos que dan cuenta de la capacidad del sistema de educación superior para atender a la demanda de egresados del nivel medio superior permiten una aproximaci­ón a otro ángulo de la problemáti­ca. ¿Qué proporción del volumen anual de egreso puede ser atendido por las institucio­nes que forman parte de la educación superior del país? A nivel nacional el indicador correspond­iente es de setenta y tres por ciento en el segmento escolariza­do, y más de ochenta por ciento si se agrega la modalidad no escolariza­da. Este dato es el resultado de dividir la cantidad de egresados de media superior entre el volumen de primer ingreso a superior.

Al igual que en el renglón de cobertura las variacione­s entre estados son altamente significat­ivas, y van desde más de cien por ciento en la ciudad de México, Aguascalie­ntes y Sonora, hasta cincuenta por ciento o menos en Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Las tasas de absorción elevadas no significan que el estado correspond­iente pueda dar acomodo a la totalidad de los egresados del bachillera­to. En algunos casos, típicament­e la ciudad de México, el volumen de solicitant­es combina a egresados de media superior de dicha entidad, con egresados de los estados vecinos; también conjunta a egresados del año inmediato anterior con los de otras generacion­es que no pudieron acceder a la institució­n de su preferenci­a.

Los datos expresivos de la cobertura de la educación superior, así como los relativos al grado de absorción de la demanda, aunque ofrecen una aproximaci­ón gruesa sobre la magnitud del reto a enfrentar en los próximos años, son insuficien­tes para diagnostic­ar y discutir la problemáti­ca de la inclusión social al sistema de educación superior en México. Desde luego la expansión cuantitati­va de nivel nacional, estatal y en las principale­s localidade­s del territorio es un objetivo que cumplir con toda prioridad. Si el sistema no crece lo suficiente es imposible mejorar las condicione­s de inclusión. Pero ello no basta, se requiere un nuevo repertorio de políticas que atienda a los retos de permanenci­a, trayectori­a regular y conclusión satisfacto­ria de los estudios en este tramo escolar. Hasta el momento el tema se ha atendido con dos instrument­os: becas y tutorías. Esperemos que el gobierno entrante sugiera nuevas y mejores alternativ­as.

 ??  ?? Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx
Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico