Domesticar al tigre y exonerar al Estado
Dos de octubre no se olvida y Nunca más coreados por decenas de miles en la gigantesca marcha de Tlatelolco al Zócalo fueron como una gran cortina para tapar la postura del Presidente electo expresada precisamente en Tlatelolco: el Ejército es pueblo vestido de verde, el Estado Mayor actuó el 2 de octubre de 1968, por eso lo disolveré. Es una gran habilidad. Convierte en verdad histórica la tesis de los gobiernos priistas, incluyendo el de Díaz Ordaz y Echeverría: el Ejército sufrió una emboscada en Tlatelolco. Con esa verdad histórica convirtieron a las víctimas en victimarios. 68 fueron acusados, proce- sados y encarcelados por casi 17 delitos. Era tan absurda esa verdad que los presos políticos del 68 fueron saliendo a cuenta gotas, mediante otra arbitrariedad: la PGR retiró la mayoría de los cargos y conservó uno o dos para “otorgarles la libertad bajo fianza”. Ninguno de los presos aceptó jamás esa condición y nunca acudieron a “firmar” al juzgado correspondiente. Actuaron imponiendo su libertad, de la manera más simple: ejerciéndola.
Varios años después unas supuestas Memorias del General Marcelino García Barragán, “construyeron” la versión de la emboscada al Ejército por el Estado Mayor (como si éste fuese algo etéreo, unos extraterrestres, ajeno al Ejército) conjurado con Luis Echeverría.
Algunos ex dirigentes del 68 y otros “intelectuales orgánicos” han adoptado esa versión. Es la que admite AMLO, en la práctica. Ello le permitirá ostentarse como el Presidente que hizo justicia al 68, disolviendo al Estado Mayor responsable de la matanza de Tlatelolco.
Esta política de Estado se complementa con la conversión del movimiento estu- diantil del 68 en líneas de oro grabadas en los muros del Congreso de la Unión y una diversidad de acciones destinadas a convertir en pieza de museo a un movimiento rebelde, libertario que ocurrió a escala mundial contra todos los Estados y todos los poderes: el familiar, el escolar, el de género, el racista y demás .
El Presidente electo y sus partidarios dentro y fuera del Estado están en todo su derecho a intentar asimilar a su victoria del 18 al 68.
No podrán quitarle los colmillos al tigre para volverlo un gatito doméstico. M