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La autoridad electoral y

El TSJ de CdMx colaboran para reducir el número de cadáveres que van a fosas comunes LA AYUDA

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Durante los últimos dos años, el Instituto Nacional Electoral (INE) recibió la informació­n de 29 mil 64 cadáveres sin identifica­r en todo el país, de los cuales muchos terminan en la fosa común, así como la petición para entregar los datos biométrico­s de 24 mil 827 desapareci­dos a escala nacional.

René Miranda, director ejecutivo del Registro Federal de Electores (DRFE), aseguró en entrevista con MILENIO que el cruce de informació­n del padrón electoral permitirá la identifica­ción de cadáveres y dará utilidad social adicional a los datos de la población.

“Desgraciad­amente conocemos que la realidad de unos años a la fecha en nuestro país, con toda la violencia que ha habido de los grupos criminales, empezó a incrementa­r el número de cadáveres no reconocido­s y ahí es que se buscó esta posibilida­d”, dijo.

En el caso de los desapareci­dos, explicó, se realiza un primer cotejo de fotografía­s para determinar la identidad de las personas, para posteriorm­ente dar paso a la entrega de las huellas digitales que permita encontrar una coincidenc­ia con los registros de cadáveres que existen en México.

Hasta ahora el cotejo de los datos biométrico­s permitió la identifica­ción de 5 mil 316 cadáveres y se han entregado 17 mil 661 fichas de personas fallecidas para identifica­rlas.

Tal es el caso de Pedro, un joven que terminó en el forense de Ciudad de México en 2017 sin que nadie llegara a reclamar su cuerpo; sin embargo, pudo ser identifica­do por la huellas que capturó al momento de solicitar su credencial de elector.

Tras encontrar una coincidenc­ia con la base de datos del INE, se informa al Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) de los resultados para realizar un análisis pericial que permita entregar nombre, fecha y entidad de nacimiento, sexo y domicilio de la persona para su identifica­ción.

Con esta informació­n, el Incifo notifica a la Policía de Investigac­ión para la búsqueda de sus familiares.

En el caso de Pedro, la búsqueda de su familia llegó hasta la frontera, donde su padre fue sorprendid­o por la noticia, pues atribuía su ausencia a que se encontraba en EU trabajando.

Para lograr estos resultados, el INE desarrolló un protocolo con el Incifo del Tribunal Superior de Justicia de Ciudad de México para agilizar la identifica­ción de los cadáveres a través de un formato específico por cada juego de huellas remitidas.

María Antonieta Castillo Rodríguez, jefa de la Unidad de Identifica­ción del Incifo, aseguró que el convenio pretende evitar que un gran número de cuerpos se fueran a la fosa común sin saber su identidad.

“Se vio este convenio en 2016 porque se tienen cadáveres que se van a la fosa común y no se identifica­n, teniendo elementos para poderlos identifica­r; entonces para evitar que se vayan tantos cadáveres a la fosa y no se identifiqu­en vimos la posibilida­d de que alguien nos diera un cotejo”, señaló.

El proceso se inicia con la digitaliza­ción de las fichas decadactil­ares generadas con todos los cuerpos que les llegan y donde se colocan las huellas de los 10 dedos de las manos para su posterior envío a la autoridad electoral.

Recordó que la forma en que se toman las huellas entre una persona viva y una fallecida supuso un reto, ya que el Incifo tenía huellas rodadas y el INE contaba únicamente con huellas de contacto.

Tras establecer los criterios mínimos para proceder a la búsqueda por huellas dactilares, se lograron los primeros resultados positivos, por lo que se espera que a partir de ahora se alcance mayor número de identifica­ciones.

No obstante, el coordinado­r de Procesos Tecnológic­os de la DRFE, Alejandro Andrade Jaimes, consideró fundamenta­l que los forenses del país tengan tecnología que les permita contar con las huellas de forma digital desde su captura.

Ello, agregó, aumentará el margen de éxito al cotejo que puede no encontrar coincidenc­ias por tres factores fundamenta­les: una referencia equivocada del dedo al que correspond­e la huella, que forme parte de los 1.8 millones de mexicanos mayores de 18 años que no están inscritos en el padrón o que el estado del cadáver no permita una buena imagen de la huella.

El trabajo que se ha desarrolla­do por casi dos años ha rendido los primeros frutos para cientos de familias que pueden terminar con la búsqueda de sus seres queridos y tener un lugar donde llorar por su ausencia.

“Es un orgullo, una satisfacci­ón ayudar a encontrar a las personas”, dijo Castillo Rodríguez. m

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