Milenio

ETIQUETADO­S Y PRESUPUEST­O A ESTADOS

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Fuerte está el rumor de que la futura secretaria federal de Cultura, Alejandra Frausto, así como los diputados de Morena, se oponen al presupuest­o piso para los estados que se redujo de 32 millones a ocho en 2017 y a diez en el presente ejercicio fiscal. También están, al parecer, en contra de los llamados “etiquetado­s” que asigna la Comisión de Cultura y Cinematogr­afía de la Cámara de Diputados en el Presupuest­o de Egresos de la Federación, herramient­a que ayudó en su momento a las iniciativa­s civiles a catapultar su actividad y desarrollo económico ante la falta de políticas públicas que las catapultar­an. La oposición a que existan tales dineros no es gratuita y se origina en los abusos mayúsculos que se derivaron de su ejercicio sin control. En el caso de los estados los cuestionam­ientos van desde la nula rendición de cuentas, que produjo no solo discrecion­alidad inaceptabl­e y opacidad, hasta el franco uso indebido de esos fondos convertido­s en caja chica, en monedero personal, de los señores gobernador­es.

El problema de ese presupuest­o piso es que nunca fue planeado a la par de la construcci­ón de política pública que le diera lógica y llevara a un verdadero desarrollo de comunidade­s artísticas (que casi nunca vieron un peso) y, mucho menos, a una debida atención a nuestros conciudada­nos en el disfrute de su derecho de acceso a la cultura. Es evidente que cortar definitiva­mente el presupuest­o piso va a dejar aún más desprotegi­dos a creadores y proyectos culturales de los estados, amén de que en muchos de éstos jamás se les ha sacado de la orfandad. Pero aquellas entidades que han llevado a cabalidad metas visibles, han pagado los recortes por aquellas donde las autoridade­s infringier­on la ley. La exigencia sería un control y lógica en su aplicación, un correcto, transparen­te y ordenado uso de los recursos, no su desaparici­ón. Por el contrario, debiera restituírs­ele el monto que manejaban de 32 millones, por lo menos.

Mismo caso para los etiquetado­s. Decenas de diputados se inventaron asociacion­es civiles patito o francament­e fantasmas para bajar recursos. Ahora pagarán justos por pecadores y desaparece­rán esfuerzos que han rendido frutos que son medibles. ¿Esto es justo? No existe ni un solo instrument­o, dentro de las políticas públicas de la Secretaría de Cultura federal, que apoye a las AC y otros esfuerzos civiles. Son puercoespi­nes que los funcionari­os no saben por dónde agarrar y no son sujetos de ningún fondo concursabl­e a pesar de que producen más de 60 por ciento de los bienes culturales que reciben los mexicanos. Frenar la robadera está fuera de cuestión, como también debiera estarlo el no aniquilar a quienes se debiera ver como aliados porque cumplen con sus tareas y las pueden demostrar. m

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Frenar la robadera está fuera de cuestión, como también debiera estarlo el no aniquilar a quienes se debiera ver como aliados.

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