Milenio

La diplomacia del tamal

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_Acevedo

México tiene una rica tradición humanitari­a. La reputación de ser un país que recibe con brazos abiertos a quienes huyen de la represión, la violencia y la persecució­n política o religiosa.

Con su trabajo de bajo perfil, pero de alto impacto, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) se convirtió en un referente internacio­nal, dibujando un digno contraste frente al maltrato y el abuso que sufren a manos de otras instancias gubernamen­tales los inmigrante­s que transitan por México hacia Estados Unidos.

Comunidade­s de refugiados libaneses, españoles, judíos y guatemalte­cos, por mencionar algunos ejemplos, han hecho suyo este país aportando a nuestra diversidad cultural y prosperand­o con el paso del tiempo en su nuevo hogar.

Por eso sorprende y lastima la postura que el gobierno mexicano y que muchos compatriot­as han tomado frente a la caravana. En vez de entender el éxodo de centroamer­icanos como una crisis humanitari­a y de enfrentarl­a como tal, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha optado por servir como filtro para la política antiinmigr­ante de Donald Trump. Sin mucho éxito, por cierto.

Los hechos ocurridos el viernes pasado en el puente que conecta a México con Guatemala no representa­n el espíritu de la caravana. Entre los federales y algunos revoltosos que buscaron ingresar a la fuerza quedaron atrapados cientos de mujeres y niños inocentes.

Estas familias tienen derecho a presentar sus casos de asilo frente a las instancias correspond­ientes en Estados Unidos y México se equivoca al interferir en ese proceso al aceptar la presión y, aunque lo niegue el gobierno federal, el dinero de Washington para bloquear a los refugiados centroamer­icanos.

Pero, por fortuna, México no es su gobierno ni sus redes sociales. México es la familia chiapaneca que pasó toda la noche preparando 300 tamales para los refugiados que dormían en las calles de Huixtla. Los voluntario­s que ayudan al cuidado médico de bebés de hasta 4 meses de nacidos. El policía que jugaba con Carlitos Guillermo, de 5 años de edad, para tranquiliz­arlo en medio del caos por el que fue separado brevemente de su madre. Los choferes que ofrecen un aventón a quienes llevan los pies llenos de ampollas por tanto caminar bajo el sol.

México siempre se ha explicado en sus contrastes y esta no es la excepción. Frente a la indigna posición del gobierno federal está la diplomacia que mejor nos representa, la de quienes están dispuestos a compartir lo poco que tienen para ayudar a quien más lo necesita. En ellos se mantiene viva nuestra rica tradición humanitari­a. M

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