Milenio

PRIMERA FINAL

DE MANERA AGÓNICA, CRUZ AZUL VENCIÓ A LEÓN EN PENALES Y SE CLASIFICÓ AL DUELO DECISIVO POR LA COPA, EN EL QUE VISITARÁ A RAYADOS LA SEMANA PRÓXIMA; LA MÁQUINA MOSTRÓ CARÁCTER Y NO FALLÓ A LA HORA DECISIVA

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Es muy pronto para que Cruz Azul se libere de todos sus fantasmas. Sí, esos traumas que han definido su identidad en los últimos años, por eso la tarea que pareciera sencilla se le complica más de la cuenta, y los pasos que lucen sólidos resultan endebles y sufridos. Porque eso sucedió anoche contra León, al que tuvo a merced con un hombre menos durante 70 minutos, pero luego de empatarle 1-1 con muchos problemas, se fue hasta la definición en penales para sacar su boleto a la Final de la Copa Mx.

Lo positivo es que ya está ahí, en una nueva disputa por un título, un objetivo que se plantearon todos desde el comienzo del semestre. Pero queda claro que este Cruz Azul no pasa por su mejor momento, que ha perdido la forma del gran arranque que tuvo. Solo así se puede explicar que haya sido incapaz de ejercer su localía ante un León, con un jugador menos. A La Máquina le está costando en demasía este tramo de la temporada, pero mientras siga cumpliendo, no se le puede reprochar nada.

Y es que anoche parecía que al conjunto de Pedro Caixinha se le abría el camino, cuando Mauro Boselli perdió la cabeza y en una pelota dividida le soltó un codazo a Julio César Domínguez, ganándose irremediab­lemente la tarjeta roja apenas al minuto 18.

Pero La Máquina no supo qué hacer en lo que restaba de la primera mitad, casi 27 minutos de juego por delante; sí, circuló con libertad la pelota, pero sin profundida­d.

Al final, solo generó una de peligro cuando Misael Domínguez, el más peligroso de los celestes, llegó a línea de fondo, centró y encontró del otro lado a Elías Hernández, quien prendió la pelota, pero ahí estaba William Yarbrough para atajar oportuname­nte.

Parecía que La Máquina tomaba confianza con esta jugada, ya que León estaba arrinconad­o en su propia cancha; sin embargo, esto se debía más por el planteamie­nto de Nacho Ambriz, quien apostó por defenderse con dos líneas de cuatro jugadores muy juntas, dejando adelante solo a Juan José Calero. La prioridad era sobrevivir en el primer tiempo y llegar al descanso con el electrónic­o en ceros.

Y así pasó, porque el conjunto celeste rebotaba una y otra vez al llegar al área; se veía precipitad­o el conjunto de Caixinha, repetitivo, sin poder aprovechar la superiorid­ad numérica que disfrutaba.

Al regreso de los vestidores, todo se le complicó a Cruz Azul cuando Fernando Navarro se puso el traje de crack al minuto 51; el futbolista de La Fiera se combinó con Luis Montes, se libró de la tibia marca de Pablo Aguilar —más preocupado en no cometerle falta que en detenerlo— y en el boquete que se hizo por el centro se coló sin problema alguno para vencer a Guillermo Allison. El 0-1 y los fantasmas de siempre empezaron a rondar a esta Máquina.

Porque segurament­e a todos los cruzazulin­os le vinieron de golpe los amargos tragos del pasado. Las fatídicas cruzazulea­das y todo lo negativo que parecía ya enterrado en este semestre. La Máquina intentó sacudirse la mala pasada con dos cambios inmediatos: Édgar Méndez por Rafael Baca y Martín Zúñiga por José Madueña.

Ahora sí, era todo o nada para Cruz Azul. Faltaba tiempo para atestiguar si La Máquina se dejaba devorar por sus traumas o era capaz de salir avante en esta prueba que se le presentaba. En casa y contra un rival con 10 hombres, el ridículo tenía que ser inadmisibl­e.

Y así empezaron los envíos al área, por un lado Édgar Méndez, por el otro Elías Hernández, por el centro Iván Marcone o quien pudiera tomar la pelota para acercarla con peligro a la portería de William Yarbrough.

En uno de esos centros pasados, Méndez recibió el esférico, lo bajó y sacó un derechazo que se fue arriba de la portería del León. Cruz Azul ya estaba encima y debía apelar a la calma para rescatar el partido.

Justo cuando el reloj empezaba a ser un enemigo, el equipo celeste tuvo un tiro de esquina, la pelota fue rechazada justo a la posición de Adrián Aldrete, quien sin pensarlo dos veces sacó un zurdazo que tuvo la suerte de encontrar un desvío rival, dejando sin oportunida­d a Yarbrough. La Máquina tenía el empate y ya podía respirar con tranquilid­ad, aunque esto a medias, porque tenía que ir por el juego.

Y así lo hizo, aunque en ese afán dejó algunos espacios que casi le cuestan el juego, como cuando Walter González llegó hasta el área y sacó un disparo que Allison tapó bien en el fondo y todavía se lanzó por la pelota para evitar que Calero la mandara a gol. Y es que León no renunció del todo al ataque, mientras más lejos tenía la pelota de su portería, más cerca estaba del objetivo que ahora prevalecía en su mente: los penales.

Porque llegaron los últimos cinco minutos y todo parecía ya sentenciad­o a la definición desde los once pasos. Desde ahí, Cruz Azul escribiría su historia en esta Copa Mx; tan cerca del objetivo, pero también del fracaso.

Ya en la tanda de penales, Calero abrió por León y anotó; luego Elías Hernández empató por La Máquina; Navarro puso en ventaja a la visita y Méndez igualó; tocó el turno de González, quien le entregó el balón a Allison; luego vino Alvarado para darle la ventaja a La Máquina.

Para el cuarto cobro Juan Cornejo anotó, dándole vida al León, pero Aldrete mantuvo la ventaja celeste; en el definitivo, William Tesillo tampoco falló y le tocó a Martín Cauterucci­o sellar el boleto a la Final.

Sí, este Cruz Azul se impuso a los miedos y agonías, no de la manera más brillante, pero sí con lo suficiente para estar en la Final de esta Copa Mx. El próximo miércoles ante Monterrey, La Máquina de Pedro Caixinha va por una reinvindic­ación histórica para romper así el último lustro de mediocrida­d.

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 ??  ?? Adrián Aldrete (i), felicitado por sus compañeros tras marcar el gol del empate
Adrián Aldrete (i), felicitado por sus compañeros tras marcar el gol del empate
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Misael Domínguez y Pedro Aquino
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