EL ARTE DEL VINO
Rebelde y apasionada de su herencia y su obra, ha desarrollado su carrera en el dibujo, la gráfica, la pintura y la intervención de objetos. Su familia posee una de la colecciones de máscaras tradicionales mexicanas más grande del país, que se incorpora a su trabajo en una relación de amor y contradicción. Es muy interesante porque en un tiempo hice muchísimos bodegones y naturalezas muertas y lo dejé; ahora con este proyecto fue volver a la creación, la máscara que es la botella, pero es las piernas, y es el alambique, los barriles, las uvas se convierten en vino y el vino se convierte en una mujer que está dando vino en lugar de leche. Es la creación, la tierra, la vida, el poder, la luz, las copas. Las formas, esas geometrías que son increíbles, que son las barricas, que son las copas, ese sentido cubista que a mí me encanta y me remite mucho al vino, a Braque, a Picasso. Quería hacer algo diferente a lo que estaba haciendo sumando los elementos que me mueven, buscando una transformación en un rompecabezas: el hombre se convierte en botella, y la botella es una máscara, y la máscara es una copa, y la copa es una barrica, y la barrica se convierte en mujer, y el hombre carga el mundo que es el vino y es universal, data de siglos atrás. Los reflejos de la copa, cómo se ve el vino a través del cristal, cómo brilla, cómo se refleja, el color, el vino blanco, el vino tinto; quería dar, una idea del Universo, de un Baco cubista, un Baco chamánico, un Baco con máscara, la madre tierra del vino. Debo de confesar que los cuadros cubistas me movieron mucho en la combinación de grises, de amarillos, de naranjas y negros que dan una geometría muy precisa, muy rica, muy agradable a la vista. M