Milenio

Salvadoreñ­os

Cunde el pánico en último grupo y muchos desertan

- MELISSA DEL POZO

Solo ha recorrido 244 kilómetros de los más de 2 mil que quedan hasta Estados Unidos y Raúl se ha arrepentid­o: volverá a su casa en Usulután, aquí en El Salvador. Su esposa María le ha llamado desde su domicilio en el cantón de Santa Ana para advertirle que en los chats de los grupos de WhatsApp han dicho que en la caravana “van los malos y que cuando llegue a México se los llevarán a matar”.

Las caravanas que se gestaron en las redes sociales, repletas de mensajes de aliento, hoy son cadenas de temor, advertenci­as y también engaños. María está en cuatro de esos grupos. En todos se leen avisos a los migrantes para que retrocedan el paso y regresen a sus lugares de origen. Raúl hizo caso a su esposa y va de vuelta, con una mochila semillena y los sueños frustrados.

“Quizá lo intente después”, dice esperanzad­o, con la camisa bañada en sudor y los zapatos a medio desgaste. “Ahora parece peligroso, andan diciendo que el Trump nos va a agarrar a tiros cuando lleguemos a la frontera y pues no quiero eso, yo quiero trabajar, no que me den de tiros por allá”. Este jueves el presidente de Estados Unidos aseguró que "si alguien lanza piedras o rocas, como miembros de la segunda caravana hondureña hicieron en México, se les podrá disparar”.

Mayra Sánchez, quien radica en Estados Unidos desde hace dos años, luego de migrar desde El Salvador, les pidió a los integrante­s del chat “Caravana Occidente” que desistiera­n de su anhelo de llegar al norte. En el mensaje de voz se escucha:

“Una cosa es la emoción de pensar que van a pasar y otra cosa es la certeza de la realidad que nos dice que la situación se está poniendo difícil. Este es un llamado a todos aquellos que quieran unirse a esta u otras caravanas por favor no lo hagan, el precio no es en dólares, el precio es su vida. Van expuestos a pandillas y grupos delincuenc­iales que están pendientes de los chats para atacarlos en el camino. De verdad piénsenlo, aún no han llegado a México, que es la parte más difícil, ya que son bandas delincuenc­iales más duras, no tienen compasión”.

Dos usuarios del chat secundaron a Mayra. Un hombre, desde El Salvador, les advirtió que “muchos van a ser carnada de los traficante­s en México, si no andan listos”.

Otro más escribió algo más terrorífic­o: “hay trata de personas que solo quieren usar a la gente para sacarle los órganos y después venderlos en el mercado negro y las niñas las quieren usar para trata de blancas y prostituir­las”.

No se sabe exactament­e cuántos desertaron, pero fueron varios, como Raúl. Otros no. Pese a las advertenci­as, un grupo de por los menos mil salvadoreñ­os llegó ya a Tecún Umán, la frontera de México con Guatemala. Durmiendo en la calle y comiendo de la caridad, los salvadoreñ­os avanzan desorganiz­ados. Buena parte de ellos se ha quedado sin dinero en sus móviles, otros vendieron sus celulares.

Brisa, la novia de Derek, ha preguntado por él en todos los chats. Cree que Derek, quien partió el miércoles hacia Estados Unidos, pudo haber sido secuestrad­o por las pandillas. O reclutado contra su voluntad por criminales.

Raúl, quien viajaba con Derek, le ha dicho Brisa que su novio no quiso volver a El Salvador y que le perdió el rastro cuando cruzaron de El Salvador a Guatemala por la Hachadura. Así, el terror empieza a cundir entre algunos en esta caravana, la salvadoreñ­a…

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MELISSA DEL POZO Unos mil salvadoreñ­os llegaron ya a Tecún Umán, la frontera con Chiapas.

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