Milenio

Julio del 2018

- RUBÉN GUERRERO ATILANO

En el 2017, de acuerdo con el Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE), este país deportó a un total de 124 mil mexicanos. Es una cifra histórica, la menor en cuanto a repatriaci­ones de la última década… En San Antonio, punto donde se concentran gran número de estos ciudadanos nacionales en búsqueda de una mejor vida, un futbolista tricolor se encargó de destacar, al tiempo que la problemáti­ca por la visa y el pasaporte disminuía considerab­lemente.

En medio de esta situación, Ever Guzmán se posicionó en el gusto de de una afición nueva, de un equipo constituid­o apenas a inicios del 2016. El delantero mexicano, como la mayoría de los migrantes, encontró la oportunida­d de un mejor porvenir en los Estados Unidos. Sus caracterís­ticas futbolísti­cas siempre han destacado a los ojos del resto, la facilidad de hacerse del balón con desventaja enemiga, con suma presencia rival y sobre todo, la capacidad de asociarse; sin embargo, la continuida­d nunca le ha acompañado.

A inicios de agosto del año pasado, Guzmán Zavala oficializó Guzmán marcó el tercer tanto ante el Real Salt Lake, con un giro de 180 grados, antes de disparar a puerta. Fue noticia internacio­nal. su traspaso al San Antonio, esperando que la suerte, siempre volátil, le acompañara en su encomienda. Ever venía de tiempos complejos, de un primer semestre del 2017 en el que solo dispu- tó ocho encuentros de Liga, ingresando la mayoría de ellos como relevo. No era un panorama sencillo. Además, la franquicia texana comenzó su andar profesiona­l en la Segunda División norteameri­cana, conocida como la United Soccer League.

Es lugar común el pensar que en Estados Unidos se encontrará una mayor calidad de vida, incluso cuando se trata de futbol. La falta de continuida­d y confianza para Ever en México se tradujo en minutos sobre el terreno de juego y goles. Con el dorsal '99' a la espalda, Guzmán firmó en la temporada regular 2018 su mejor campaña como jugador profesiona­l, sumando once anotacione­s y tres asistencia­s, convirtién­dose en eslabón de relevancia para el San Antonio, que pese a su aporte, no clasificó a playoffs.

“Fue un gran año, una temporada espectacul­ar a nivel individual, con muchas satisfacci­ones colectivas, a pesar de no pasar a la ronda final. Se lograron cifras importante­s en San Antonio y la gente, en general, me recibió muy bien; me encontré con mucho mexicano, con personas que van a Estados Unidos a trabajar, a ganarse el pan de cada día, buscando una mayor calidad de vida. Me sentí uno más”, comentó Guzmán. “Estoy tranquilo, me parece que vienen cosas buenas en camino y a consecuenc­ia de todo esto”, remata.

Hoy, refugiado en Moroleón, Guanajuato, su tierra natal, y al lado de su hija, Ever aguarda por mejores noticias. Hay seguridad de que vendrán. Guzmán terminó su año de contrato con San Antonio y aunque existe una posibilida­d de mantenerse en Estados Unidos, viviendo el sueño

“Fue un gran año, una temporada espectacul­ar a nivel individual”

americano, desea conocer si habría mayores reflectore­s a la espera de su presencia. El ariete podría volver, a sus 30 años, por la puerta grande al balompié nacional, donde tiene una revancha en mente: "Ojalá se pueda concretar algo; tengo que aguantar". Como otros 19 elementos, Ever se coronó campeón del mundo antes de conseguir la mayoría de edad en México. Tenía 17 años, cuando, en Perú, la gloria llegó en forma de medalla dorada. Guzmán marcó el tercer tanto nacional en la gran final del torneo, ante Brasil; corrían los últimos minutos del encuentro cuando volcó a todo un pueblo que coreaba su nombre, aún desconocid­o. "Es un gran recuerdo, tengo claro el gol del título en mi mente; es algo inolvidabl­e, de lo que siempre estaré orgulloso", retoma.

Desde aquella noche interminab­le en Perú, al menos para la memoria, Ever y la mayoría de los campeones emprendier­on un camino tortuoso, que ha vencido a algunos, retirándol­os prematuram­ente o bien, alejándolo­s de los resultados y metas deseadas. En los casos de mayor relevancia, también en Estados Unidos, Carlos Vela brilla con el equipo de Los Ángeles, mientras que Giovani Dos Santos es banca del Galaxy. Contrastes constantes, infinitos, como la migración.

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