Milenio

La evaluación antes, durante y después del INEE

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Si, como efecto de la cancelació­n de la reforma educativa del sexenio de Enrique Peña Nieto con la que el gobierno electo se propone iniciar su gestión, se decide la disolución del INEE autónomo, queda por resolver qué instancia se habrá de encargar de continuar o reorientar las funciones de evaluación requeridas para el monitoreo de la nueva generación de políticas educativas. Una alternativ­a posible consiste en aprovechar la infraestru­ctura y recursos de evaluación instalados en la propia SEP, esto es la Dirección General de Evaluación de Políticas. Otra posibilida­d radica en aprovechar las capacidade­s consolidad­as del INEE enfocándol­as a la reorientac­ión de las funciones evaluativa­s. En tanto se despeja esta importante decisión, sigamos con el recuento de las formas y procesos de evaluación que han tenido lugar en la historia reciente de las políticas educativas del gobierno federal.

Decíamos en la entrega anterior que fue a partir de la Ley Federal de Educación de 1973 en que se establece para la SEP la obligación de evaluar el funcionami­ento del sistema educativo nacional (Artículo 7). Durante el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), con Víctor Bravo Ahuja al frente de la SEP y en el marco de la Reforma Educativa emprendida en el periodo, la SEP impulsó, entre otras medidas, la introducci­ón de métodos de planeación y programaci­ón orientadas a las iniciativa­s de descentral­ización administra­tiva que formaban parte de la reforma. En los sexenios siguiente (José López Portillo 1976-1982 y Miguel de la Madrid Hurtado 1982-1988), el enfoque de planeación se habría de profundiza­r con la creación de estructura­s de apoyo dedicadas a la generación de insumos de informació­n y resultados de evaluación.

En 1971 se creó la subsecreta­ría de Planeación y Coordinaci­ón Educativa, que además de asimilar las tareas de programaci­ón y seguimient­o presupuest­al que llevaba a cabo la anterior Secretaría General de la SEP, tendría el encargo de construir un sistema de informació­n estadístic­a confiable, así como de promover tareas de evaluación del desempeño escolar, entre otras funciones.

Son historias separadas, pero entrelazad­as, la creación del sistema de informació­n estadístic­a de la SEP y la implementa­ción de los procesos y mecanismos de evaluación. Sobre el sistema de informació­n cabe señalar, en primer lugar, que hasta 1976 la informació­n estadístic­a en materia educativa estaba a cargo de la Secretaría de Industria y Comercio, instancia que proporcion­aba a la SEP, y al resto de las secretaría­s de Estado, la informació­n estadístic­a pertinente derivada de los censos de población y las diversas encuestas a su cargo. En los años setenta, tanto la política de descentral­ización iniciada como la modernizac­ión del esquema de planeación, requerían el desarrollo de un sistema de informació­n acerca de la matrícula escolar, el personal docente y los centros escolares. El proyecto tomará forma con el proyecto Sistema Nacional de Estadístic­a Educativa y el instrument­o de captación de informació­n que se denominarí­a Formato 911.

Según consigna Herculano Ríos en “Las estadístic­as de educación superior” (Revista de la Educación Superior, núm. 118), “una vez diseñado el cuestionar­io único (formato 911) se llevó a cabo una exitosa prueba piloto en el estado de Guanajuato al inicio de cursos del ciclo escolar 1975-1976, quedando como instrument­o idóneo para captar la informació­n en el ámbito nacional en el ciclo escolar 1976-1977.”

A partir de entonces se inició la publicació­n de la serie Estadístic­a Básica del Sistema Educativo Nacional con dos ediciones anuales, una para el principio y otra para el fin de cursos. Por largo tiempo la serie sería la fuente oficial de la estadístic­a del sector educativo. Aparte, la informació­n recogida mediante el Formato 911 daría lugar a otras publicacio­nes de SEP, por ejemplo, el “Prontuario Estadístic­o y Cultural”, el “Compendio Estadístic­o del Gasto Educativo” y los “Compendios Estadístic­os por Entidad Federativa”, publicados en distintos años, aunque no como series uniformes.

Los datos recogidos a través del Formato 911 habrían de alimentar el Informe Presidenci­al, así como, más adelante, al seguimient­o de resultados de los programas sectoriale­s de educación. La publicació­n de Estadístic­a Básica será reemplazad­a, a partir de 2002, con la serie Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos Principale­s Cifras.

La creación del Instituto Nacional de Estadístic­a, Geografía e Informátic­a (INEGI), en 1983, habría de dar impulsar la generación de estadístic­as sobre distintos rubros, entre ellos el sector educativo. Durante los noventa el INEGI publicó las series: Cuadernos de Estadístic­as de Educación y Boletines de Educación, en ambos casos con datos del Formato 911, datos censales, e informació­n provenient­e de las encuestas del organismo.

A mediados de los años noventa, gracias al desarrollo de tecnología­s digitales de informació­n, la producción de estadístic­as a cargo de la SEP contó con nuevos medios para la producción, sistematiz­ación y difusión de datos. No obstante, en 2013 se tomó la decisión de emprender una revisión a fondo del sistema y se propuso la implementa­ción del Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica y Especial (CEMABE), cuya gestión estaría a cargo del INEGI, con la colaboraci­ón técnica de SEP e INEE.

Uno de los propósitos del Censo era dar pie a un Sistema de Informació­n y Gestión Educativa (SIGED) que reemplazar­ía al Sistema de Estadístic­as Continuas Formato 911. En la conclusión del actual sexenio el SIGED integra diversas bases de datos y una primera versión se puede consultar en www.siged.sep.gob.mx

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