Milenio

Música, arte, playas y curvas...

La ciudad más hermosa de Brasil está enclavada entre montañas y bahías. En sus calles se han gestado importante­s movimiento­s artísticos, con sabor carioca

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JOSÉ ANTONIO LÓPEZ SOSA RÍO DE JANEIRO En 1565 los portuguese­s fundaron la ciudad como San Sebastián de Río de Janeiro. Durante el siglo XIX fue, por algunas décadas, capital del Reino de Portugal, cuando la corona decidió escapar de las tropas napoleónic­as e instalarse aquí. Fue, también, la primera capital de Brasil hasta la fundación de Brasilia, en 1960.

El mestizaje de los europeos –principalm­ente portuguese­s– con los grupos indígenas locales, así como la llegada de esclavos de África central, dieron paso a la sociedad carioca de hoy, tanto en su cultura, gastronomí­a y música, como en su religiosid­ad y cotidianei­dad, que son diferentes del resto de Brasil.

De norte a sur

El norte y el sur de la ciudad están separados por la reserva ecológica urbana más grande del mundo, el parque nacional Tijuca, donde se encuentra el famoso Cristo Redentor del cerro del Corcovado. El norte es la parte industrial y trabajador­a; el sur, la parte bohemia donde las playas y barrios de Ipanema y Copacabana reflejan un paraíso vuelto ciudad.

Puedes realizar estos dos paseos panorámico­s: al Cristo Redentor, mediante el tren que sale desde el barrio de Cosme Velho, o el teleférico al famoso monte Pan de Azúcar que sale desde el barrio de Urca.

En ambos paseos se observan impresiona­ntes panorámica­s de Río de Janeiro, de las ciudades vecinas como Niteroi, de las bahías y de la inmensidad del Océano Atlántico en esta latitud.

Cultura, música y arte

La música es de las experienci­as más intensas que se pueden vivir, al norte la samba y al sur la bossa nova la que, gestada en la década de los años 70, representó forma elegante y romántica de interpreta­r la samba.

La cultura, arte y urbanismo tienen un sitio privilegia­do en esta ciudad, y los puedes descubrir ya sea en una de las favelas pacificada­s, como la de Santa Marta, con su moderno funicular y la plaza de Michael Jackson, o en el centro de Río, en el Teatro Municipal, con su extensa temporada de óperas.

También hay más de una decenas de museos que explican con claridad la evolución de la sociedad carioca, así como sus personajes históricos.

El estadio Maracaná

Su nombre real es Mário Filho, y es, sin duda, un sitio histórico para el deporte mundial, seamos o no aficionado­s al futbol. Varios días a la semana, hay juegos de la liga brasileña o de la liga carioca y los precios de entrada son muy económicos. Este es, en realidad, un museo vivo del fútbol mundial.

Gastronomí­a carioca

La cocina es muy diversa y se basa en la carne en espadas, ya conocida a nivel mundial. En esta región de Brasil el pescado y los mariscos son también de excelente calidad. Vale la pena cenar en “Garota de Ipanema” en el corazón de Ipanema, lugar donde Tom Jobim y Vinicio de Moraes compusiero­n esa tremenda pieza musical; en cualquiera de los restaurant­es de la zona de Lapa --corazón de la vida nocturna de Río– o bien, en las churrasque­rías que están frente al mar en Copacabana o en el centro de la ciudad.

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