Theresa May, la obstinación contra viento y marea
Amenazada por parlamentarios de su propio partido, abandonada por ministros claves y presionada por sus socios europeos, la jefa de gobierno británica, Theresa May, logró cerrar este fin de semana un acuerdo del Brexit con la Unión Europea (UE) a base de perseverar contra viento y marea.
Tras anunciar la semana pasada con una sonrisa la “decisión colectiva” de su gabinete de aprobar el Acuerdo de Retirada negociado con Bruselas, Theresa May había sufrido al día siguiente la dimisión en cadena de varios miembros de su gobierno, encabezados por el ministro del Brexit, Dominic Raab.
Era el segundo titular de esa cartera que dejaba el cargo en pocos meses, tras David Davis en julio. Pero May no se desmontó, nombró a otro ministro, el abogado euroescéptico Stephen Barclay, y siguió adelante.
“El liderazgo consiste en tomar las decisiones correctas, no las decisiones fáciles”, subrayó la premier británica. Y fiel a su legendaria tozudez afirmó: “¿Voy a llevar esto a cabo? ¡Sí!”.
Un grupo de parlamentarios de su partido, el Conservador, comenzó a reunir cartas contra su liderazgo, pero diez días después seguían sin los apoyos necesarios para lanzar una moción de censura y May firmaba victoriosa con los otros 27 líderes europeos el Acuerdo de Salida y la declaración política sobre su futura relación.
May llegó al poder en las caóticas semanas posteriores al referéndum de junio de 2016 en que los británicos votaron por salir de la UE, lo que provocó la dimisión del entonces premier conservador David Cameron, de quien había sido ministra del Interior durante seis años.
Desde entonces, los ataques de los euroescépticos y los proeuropeos de su propia formación la hicieron tambalearse en varias ocasiones pero ninguna de las dos fracciones asestó el golpe final, temerosos de precipitar otras elecciones anticipadas e incapaces de consensuar un candidato para reemplazarla.
A May le queda aún por supe- rar una durísima misión: lograr que el acuerdo sea ratificado por un Parlamento británico que se ha mostrado muy hostil.
Pero nada parece imposible para el tesón de May: “Estoy concentrada en que sea aprobado por el Parlamento”, aseguró el viernes pasado respondiendo a las preguntas de los radioyentes de la BBC.
Desde que en junio de 2017 convocó unas legislativas anticipadas destinadas a fortalecer su posición pero en las que acabó perdiendo la mayoría absoluta, esta política de 62 años que proyecta una imagen de frialdad un poco mecánica fue varias veces dada por muerta políticamente y sobrevivió.
Si el próximo 29 de marzo Reino Unido sale de la UE con un acuerdo, May demostrará que tuvo razón en perseverar y logrará consolidar su cuestionado liderazgo en el Partido Conservador.
¿Pero hasta el punto de poder volver a presentarse en las próximas legislativas? “Incluso suponiendo que el Parlamento respalde el acuerdo, los diputados conservadores probablemente querrán remplazarla antes de las próximas elecciones, en 2022, porque demostró ser inepta en campaña en las elecciones de 2017”, asegura el politólogo Paul Whiteley de la Universidad de Essex.
Pero la propia May se describió una vez como “una mujer jodidamente difícil”. Y su actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, advirtió recientemente: “No subestimen a Theresa May”. Rusia capturó ayer tres navíos militares de Ucrania en en el estrecho de Kerch punto de acceso al mar de Azov, desatando la tensión entre ambos países. Kiev acusó a Moscú de haber lesionado a seis de sus marinos, por lo que el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, se entrevistó con el Consejo de Seguridad y Defensa para deliberar la activación de “la Ley marcial”. El Consejo de Seguridad de la ONU sostendrá hoy una reunión de urgencia para discutir esta crisis. Más de 500 personas resultaron heridas a causa de un fuerte terremoto de magnitud 6.3, según el Servicio Geológico de Estados Unidos, que sacudió la provincia de Kermanshah, en el noroeste de Irán, cerca de la frontera con Irak. No se han registrado víctimas mortales, ni ha trascendido el alcance de los daños materiales. Un ex miembro de organizaciones no gubernamentales acusado de corrupción vinculó ayer en un juzgado al presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, a una “red criminal” del Estado que desviaba fondos para financiar las campañas que lo llevaron al poder en 2013 y 2017, en una audiencia en el juzgado penal de Tegucigalpa.