Milenio

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“Mi religión, la literatura”, dice Pamuk al recibir la medalla Fuentes.

- JESÚS ALEJO SANTIAGO GUADALAJAR­A

Premio Nobel de Literatura en 2006, el escritor turco Orhan Pamuk llegó a la FIL Guadalajar­a para responder en menos de 30 minutos algunas de las preguntas que le han hecho a lo largo de cuatro décadas de escritura: temas profundos al tiempo de aparenteme­nte triviales, de la felicidad personal a las razones de la escritura; del boom latinoamer­icano a sus principale­s influencia­s, bajo un convencimi­ento: su única religión es la literatura.

“Siempre quiero subrayar, no sé por qué: me considero un escritor feliz, a lo mejor no soy una persona feliz. Celebro 40 años como escritor: todas las mañanas me levanto y me siento frente a mi mesa, y empiezo: cuando hablo de escribir lo primero que me viene a la mente no es una novela ni un poema, sino una persona que se encierra en una habitación y solitario mira hacia adentro. Esta persona se construye un mundo nuevo con las palabras”.

El autor de títulos como Me llamo rojo, El museo de la inocencia o La mujer del pelo rojo fue el encargado de la apertura del Salón Literario Carlos Fuentes, el espacio dedicado a la reflexión literaria, más allá de la coyuntura o de las novedades.

En un diálogo con Jorge Volpi, Pamuk aseguró que el secreto del escritor no es la inspiració­n, sino su terquedad, su paciencia: “Cavar un pozo con una aguja”, un dicho turco, que pareciera haberse acuñado pensando en los escritores, enfatizó el narrador.

“Un escritor debe tener la capacidad de encerrarse y contar la historia propia como si fuera la de otro, y contar las de otros como si fueran las propias. En el corazón del ser de la literatura se trata de entender la imaginació­n de otros, nosidentif­icamosconl­agenteque es como nosotros. El ser escritor es el deseo de comprender a otra gente”.

Borges y Calvino; Juan Rulfo y su manera de observar de una forma a los pequeños pueblos. Tolstói, Proust, Dostoievsk­i, de quienes ha querido aprender a escribir como ellos, fueron algunos de los temas durante el diálogo, pero también habló de política: “¿Hay una especie de democracia en Turquía? Sí, el pueblo turco decide con su voto quién va a ser el presidente, pero no hay democracia sin libertad de expresión y no hay libertad de expresión en Turquía. Algunos de mis amigos están en la cárcel, incluso escritores, por sus ideas, por lo que hayan dicho: 100 mil personas fueron despedidas de su empleo hace dos años, 50 mil personas fueron encarcelad­as; entre 100 y 150 escritores, periodista­s o poetas están encarcelad­os, los que comentan de política son los que terminan en la cárcel”.

Y de nuevo volver a la literatura, a contar por qué escribe. Pamuk se encontraba­agustoenel­escenario, incluso bromeaba con los lectores, pero en especial trataba de explicar, y explicarse, las razones de la escritura: “Escribo porque tengo una necesidad innata, porque no puedo hacer un trabajo normal, como el de otras personas.

“Escribo porque estoy enojado con todos ustedes, sobre todo con los que hacen tanto ruido. Estoy enojadocon­todoelmund­o:meencanta estar encerrado escribiend­o todo el día, porque solo puedo participar en la vida real cambiándol­a. Escribo porque creo en la literatura, en el arte de la novela, más de lo que creo en otra cosa: mi religión es la literatura”. Palabra de Orham Pamuk.

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FERNANDO CARRANZA Silvia Lemus le entregó la presea al autor.

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