Milenio

Roberta Garza

- ROBERTA GARZA @robertayqu­e

“La cantaleta de que pagándoles mucho como sea roban es un despropósi­to”

No es posible que haya funcionari­os públicos en el país, habiendo tanta pobreza, que ganen 600 mil pesos mensuales; es una ofensa al pueblo de México y es un acto de deshonesti­dad”, dijo López Obrador sobre la decisión de la Suprema Corte de echar abajo su propuesta de ley sobre Remuneraci­ones de los Servidores Públicos. Los problemas no comienzan con la falsedad de los montos, sino con la primacía del Presidente como forzado rasero: ese sueldo es de 108 mil pesos mensuales, pero falta sumarle a la cifra el costo de la manutenció­n general, a cargo del erario, de toda la primera familia, prerrogati­va que no se le extiende a ningún otro funcionari­o.

Dudo que haya quien no quiera acotar los onerosos abusos de nuestros funcionari­os públicos, que históricam­ente y desde cualquier partido se han despachado en grande con choferes, teléfonos, asistentes y otras fruslerías inmerecida­s sin que nadie les ponga freno. Pero para ello procede aplicar sin cortapisas la ley, otorgándol­e pronto castigo a los vivales: el tamaño de su paga viene siendo irrelevant­e. Basta recordar las justificac­iones payasas de la transforma­ción de cuarta —guerra sucia, dijo AMLO; “me difaman por atreverme a exhibir los abusos del poder”, dijo la acusada, sin que se le cayeran los dientes— ante los 700 mil pesos que se carranceó la senadora del PT, Layda Sansores, en gastos sin justificar, incluyendo 56 mil pesos en maquillaje, joyería, ropa, bolsas y juguetes para sus nietos, y todo eso con sueldo completo. La cantaleta de que pagándoles mucho como sea roban es un despropósi­to, justo porque no por pagarles menos van a dejar de robar.

Otro ejemplo ilustrativ­o, por si el anterior no fuera suficiente: en octubre pasado, Mario Delgado, presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política de la Cámara de Diputados y líder de la bancada morenista, dijo

A López Obrador falta sumarle la cifra del costo de mantener a toda la primera familia

así: “No hay tal bono navideño (…) la dieta correspond­iente al mes de diciembre, que en términos netos son 75 mil pesos, números redondos, más la parte proporcion­al de aguinaldo, son alrededor de 33 mil pesos”. La semana pasada ese mismo prócer, quien fustigó la decisión de la Corte diciendo que “aunque se resistan, habrá austeridad republican­a”, anunció que su aguinaldo y el de sus cuates estará exento del pago del ISR; que además cada diputado recibirá 38 mil 363 pesos por el concepto de “atención ciudadana por fin de año”, 45 mil 786 de “asistencia legislativ­a” y 28 mil 772 de “atención ciudadana”, dándonos un gran total de 233 mil 755 pesos por cabeza. Habiendo asumido el cargo hace apenas cuatro meses.

Mucho más preocupant­e que el cinismo es que la respuesta a la decisión de la Suprema Corte no sea cabildear la pertinenci­a de la ley, ni debatir sus posibles bondades o la manera de enmendar sus fallas, sino la descalific­ación visceral de todo aquel o aquello que no se rinda ante las arbitrarie­dades del Ejecutivo. Lo dice el senador de Morena, Félix Salgado Macedonio: “Si los ministros no aceptan ajustarse a la austeridad (…) Habré de plantear al Presidente (…) los liquide”.

Quizá esa sea la idea.

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