¿Cambio de régimen?
México 2018: ¿cambio de régimen?”. Es la pregunta que hace, en su portada, la revista publicada por la Fundación Pereyra y el Instituto de Estudios para la Transición Democrática. “Con las elecciones de julio, nuestras perspectivas sobre la evolución política de la democracia han tenido que ser revisadas”, afirma la nota de presentación, firmada por Rolando Cordera, para agregar de inmediato que “carecemos de un discurso preciso sobre el significado de la llamada cuarta transformación”. La nota recuerda que hace cerca de 40 años el grupo que llegó al poder propuso “un cambio drástico en la estrategia del desarrollo económico y social de México” y hace cerca de 20 años la democracia quedó establecida “como un régimen pluralista respetado por todos los actores organizados”. No es mucho tiempo, medido con la vara de la historia. ¿Qué ocurrirá ahora? ¿Estamos en el umbral de un cambio de régimen?
López Obrador era para muchos, durante la campaña, un misterio. ¿Cómo sería en el momento de asumir el poder? ¿Pragmático o autoritario? ¿Institucional o turbulento? Creo que ya es posible conocer la respuesta. La turbulencia puede hacer entrar una bocanada de aire fresco en el país. El autoritarismo no. Me quiero detener en este rasgo, que lo distingue. “Su método no consiste en rebatir los argumentos, en colocar mejores diagnósticos sobre la mesa, en matizar o desmontar las aseveraciones de sus contrarios, sino en la descalificación de bulto”, escribe José Woldenberg en “Educado en un arcaico código autoritario que establece que hay momentos para obedecer y otros para mandar, durante varias décadas asumió lo primero y desde hace algunos años no activa más que el resorte de ordenar. Una conducta renuente a la deliberación, incapaz de apreciar los valores de la disensión”.
Es cierto que enfrenta una serie de contrapesos en las instituciones construidas en estos años, que son parte de la transición hacia la democracia. Pero las instituciones son débiles; pueden ser doblegadas y vencidas.
El jefe de Morena tiene el control del Ejecutivo y el Legislativo. Quiere tener también el control del Poder Judicial.
“No habré de entrometerme en las resoluciones que únicamente a ustedes competen”, le dijo a los jueces el día en el que recibió su constancia de Presidente electo, como lo cita Pedro Salazar en la revista “En mi carácter de titular del Ejecutivo federal actuaré con rectitud y con respeto a las potestades y la soberanía de los otros poderes legalmente constituidos; ofrezco a ustedes, señoras y señores magistrados”, dijo entonces, “que no habré de entrometerme de manera alguna en las resoluciones que únicamente a ustedes competen”.
Ha sucedido todo lo contrario. Este 15 de diciembre presentará su presupuesto para 2019. ¿Tendrá como guía la ley de remuneraciones, aprobada por la Cámara pero suspendida por un ministro de la Corte? Es decir, ¿será un presupuesto legal o ilegal? Y si es ilegal, ¿qué procede?