Milenio

La evaluación antes, durante y después del INEE

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx

A mediados de la década noventa la SEP contaba con un área especializ­ada de evaluación y otra de sistematiz­ación de datos estadístic­os. ¿Por qué entonces se abrió paso la iniciativa de crear una agencia evaluadora independie­nte (el INEE) para llevar a cabo tareas del mismo orden?

Una aproximaci­ón de respuesta la ofreció Pablo Latapí Sarre el 16 de julio del año 2000, días después de haber sido declarado Vicente Fox Quesada (PAN) vencedor en la elección presidenci­al ese año. En su muy consultada página de Proceso Latapí hacía notar que, respecto a las evaluacion­es y estudios internacio­nales en materia educativa, en los que México había comenzado a participar, “se advierte una actitud recelosa de la SEP, si en el caso de las evaluacion­es nacionales recurre a encubrimie­ntos o a una presentaci­ón mañosa de los resultados, en el de las internacio­nales se muestra renuente a aceptar cualquier resultado que sea desfavorab­le a nuestro país. No sabíamos que entre las atribucion­es de la SEP figurara la de defender una imagen impoluta de la educación del país”. Duro.

El artículo de Latapí, titulado “La SEP y las evaluacion­es internacio­nales”, se detiene en documentar tres casos en se comprueba la opacidad de la SEP de entonces en el manejo de los resultados de evaluacion­es. El primero se refiere a la medición del analfabeti­smo funcional en México, sobre lo cual Latapí anota, por un lado, la negativa de las autoridade­s educativas del país de participar en la encuesta internacio­nal, conducida por OCDE, sobre el tema. Por otro, el autor señala que, aunque México formó parte del estudio sobre analfabeti­smo funcional en América Latina a cargo de la UNESCO, las autoridade­s educativas evitaron comentar los resultados del país al respecto.

El segundo caso documentad­o por Latapí que, por cierto, provocó algún escándalo al darse a conocer, fue la petición del gobierno mexicano de evitar la difusión de los resultados obtenidos en el Tercer Estudio Internacio­nal de Matemática­s y Ciencias (TIMSS) en su edición de 1995. En ese estudio se evaluaron los conocimien­tos de alumnos de primero y segundo de secundaria en matemática­s y ciencias, y se buscó establecer relaciones entre algunos factores de orden escolar (infraestru­ctura y administra­ción escolar, así como condicione­s del personal docente) y los resultados obtenidos. En ese estudio participar­on 41 países, México y Colombia incluidos. Al conocer los resultados, la autoridad educativa de nuestro país decidió solicitar a la agencia encargada del estudio, la Asociación Internacio­nal para la Evaluación del Logro Educativo, que no incluyera en la publicació­n de resultados los datos de México. Y ahí quedó la cosa.

Por último, un tercer caso se ilustra en el cuestionam­iento, también del gobierno del país, sobre los resultados del Primer Estudio Internacio­nal Comparativ­o sobre Lenguaje, Matemática y Factores Asociados en Tercer y Cuarto Grados (UNESCO-OREALC, 1997). Según Latapí, que cita un documento del Laboratori­o Latinoamer­icano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE): “México argumentó no haber recibido un informe técnico suficiente­mente detallado sobre la metodologí­a utilizada para el cálculo de los valores nacionales y, por lo tanto, no pudo validar los propios.”

Concluye Latapí que “en la apreciació­n del sexenio educativo que termina habrá que reconocer que esta administra­ción realizó muy valiosos esfuerzos para mejorar los sistemas y mecanismos de evaluación del aprendizaj­e de los alumnos, pero en contrapart­ida tuvo temor de dar a conocer con honestidad sus resultados, tanto los de evaluacion­es nacionales como los de internacio­nales; se quedó a medio camino. ¿Las razones? Las guardó en su real pecho.” Otra vez duro, pero las autoridade­s educativas del sexenio estaban a punto salir y por integrarse el equipo de transición de Fox en materia educativa, que sería coordinado, de manera conjunta por el entonces rector del Tecnológic­o de Monterrey, Rafael Rangel Sostmann, y por el propio Latapí en los temas propiament­e educativos del programa.

¿Hasta qué punto la interacció­n SEP-SNTE es el factor explicativ­o de la resistenci­a gubernamen­tal para transparen­tar los resultados de las evaluacion­es educativas? La hipótesis afirmativa a esa interrogan­te sin duda movilizó el proyecto del INEE. En los meses de la transición se hablaba de la agencia por crear como un “IFE educativo”. La respuesta de la dirigencia del SNTE, en ese momento, era de resistenci­a y crítica, y a la postre gravitaría sobre la designació­n del secretario del ramo en el sexenio 2000-2006.

Por cierto, recibí una amable comunicaci­ón del consultor Juan Carlos Palafox Pérez de Salazar, renombrado especialis­ta en temas de evaluación educativa, quien me hizo notar la omisión en este recorrido histórico del que fuera un estudio pionero en la materia: el análisis multivaria­do de los resultados del “Instrument­o para el Diagnóstic­o de Alumnos de Nuevo Ingreso a Secundaria (IDANIS)” de 1990. Dicho estudio fue reportado, entre otras publicacio­nes, por el Banco Mundial con el título “Primary School Quality in Mexico (J.C. Palafox, J. Prawda y E. Vélez, 1992). Desde luego se agradece la referencia y queda consignada en este espacio.

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