A propósito de la resignación
La capa de hielo (de unos 3 metros de espesor) que flota sobre el océano Ártico en el polo Norte no causaría diferencia alguna en el nivel del mar si se llega a fundir totalmente; en cambio, el hielo que se encuentra sobre porciones de tierra firme como en Groenlandia y la Antártida modificaría grandemente el nivel del mar si llegara a fundirse del todo”, afirmaron Mario Molina, José Sarukhán y Julia Carabias en el libro que dieron a conocer el año pasado, El cambio climático: causas, efectos y soluciones, para concluir con este dato: “La pérdida de todo el hielo antártico elevaría el nivel del mar hasta 70 metros”. Una elevación así tendría consecuencias devastadoras en el mundo. Pero el deshielo está ocurriendo ya, no solo en el polo Norte. También en Groenlandia. Y en la Antártida.
La Organización Meteorológica Mundial acaba de anunciar que la temperatura media del planeta en 2018 (uno de los cuatro años más cálidos registrados hasta ahora, junto con 2017, 2016 y 2015) fue 1 grado centígrado superior a la de los niveles preindustriales (es decir, el periodo comprendido entre 1850 y 1900, cuando los registros del clima comienzan a ser fiables). Este aumento de la temperatura global, aparentemente insignificante, ha tenido ya consecuencias sumamente graves. En Groenlandia, la fundición de las masas de hielo se ha multiplicado por cuatro en los últimos 10 años, con un promedio de 280 mil millones de toneladas de hielo perdidas cada año entre 2002 y 2016, según un estudio publicado recientemente por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Y en la Antártida, que es ahora una gran fuente de preocupación en la comunidad científica, la desaparición de las masas de hielo es seis veces más rápida que hace 40 años, con una media de 252 mil millones de toneladas de hielo perdidas cada año entre 2009 y 2017.
¿Qué va a suceder?
“Si pasamos revista a todas las formas de vida que han
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En Groenlandia, la fundición de masas de hielo se ha multiplicado por cuatro en los últimos 10 años
existido en la Tierra, desde las bacterias microscópicas hasta los bosques de árboles gigantes, de los torpes dinosaurios a los emprendedores humanos, veremos que 99.9 por ciento de todas ellas se ha extinguido”, escribió el físico Michio Kaku, uno de los divulgadores de la ciencia más conocidos en Estados Unidos. “Esto significa que la extinción es la norma, que las probabilidades están muy en contra nuestra. Cuando excavamos el suelo bajo nuestros pies para desenterrar el registro fósil, encontramos evidencias de muchas formas de vida antiguas. Pero solo un pequeño puñado ha sobrevivido hasta nuestros días. Millones de especies han aparecido antes que nosotros; tuvieron su tiempo bajo el Sol y después se marchitaron y extinguieron. Esa es la historia de la vida”. Y concluye así: “Algún día la naturaleza se volverá contra nosotros, como hizo con todas aquellas formas de vida extinguidas. La gran historia de la vida en la Tierra demuestra que, enfrentados a un ambiente hostil, los organismos tienen tres caminos a seguir: escapar de ese ambiente, adaptarse a él o morir. Pero si miramos hacia el futuro lejano, tarde o temprano nos enfrentaremos a un desastre tan grande que la adaptación será casi imposible”. No podemos escapar: no hay otro planeta. Tendremos que resignarnos a morir.