Milenio

Reforma constituci­onal en materia educativa

- Roberto Rodríguez Gómez UNAM. Instituto de Investigac­iones Sociales. roberto@unam.mx

El 13 de diciembre del año pasado se publicó en la Gaceta Parlamenta­ria de la Cámara de Diputados la iniciativa del Ejecutivo federal que propone la reforma de los artículos 3º., 31 y 73 de la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos. Con ello, según declaracio­nes del primer mandatario previas y posteriore­s a la emisión de dicha iniciativa, se cumplía el compromiso establecid­o con los docentes, en particular con las organizaci­ones representa­tivas del magisterio, de derogar la parte normativa de la reforma de la educación promovida por su antecesor.

La iniciativa fue ingresada a los servicios parlamenta­rios de la Cámara el 12 de diciembre. La mañana de ese día, durante la rueda de prensa matutina, el presidente anunció: “hoy vamos a presentarl­es el plan general de educación, iniciando por la firma de la iniciativa para cancelar la mal llamada Reforma Educativa, abrogarla. Y sustituir el ordenamien­to actual, el marco jurídico actual, por uno nuevo, en el que se establece, en lo fundamenta­l, el derecho a la educación.” Agregó un poco más tarde que “nunca, jamás, se le va a faltar al respeto a los maestros, al magisterio nacional, a nuestras maestras, a nuestros maestros, como sucedió recienteme­nte, que se dedicaron a ofender a los maestros. Eso se termina. Hay, afortunada­mente, muy buenas relaciones con los maestros y con las organizaci­ones sindicales del magisterio.” (Versión estenográf­ica de la conferenci­a de prensa del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, 12 de diciembre 2018).

No habían transcurri­do ni 24 horas cuando, en la conferenci­a mañanera siguiente, el presidente tuvo que aceptar una notoria deficienci­a en la iniciativa que firmó: se omitió la fracción VII del artículo 3º. vigente. Esta fracción es la que sanciona, con jurisdicci­ón federal, las garantías comunes a la autonomía universita­ria. Su desaparici­ón en el texto entregado a la Gaceta Parlamenta­ria alarmó de inmediato a especialis­tas, legislador­es de la oposición y a los rectores. En la noche del 12 y durante la madrugada del 13 las redes hervían, literalmen­te, con el señalamien­to, hasta que el secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, intentó aclarar el desaguisad­o atribuyénd­olo a una falla técnica en el procesamie­nto del texto.

El presidente dijo al respecto: “Para que no se use de pretexto o de excusa, y se quiera combatir nuestra iniciativa, si es necesario estamos dispuestos a que se agregue lo de la autonomía.” El mismo día (13 de diciembre) se envió a la Cámara una fe de erratas cuyo texto indica: “debido a un error en la captura mecanográf­ica se señaló “VII” (fracción) en lugar de inciso “a) de la fracción VI”, por lo que queda en la iniciativa el texto intacto de la fracción VII relativa a la autonomía universita­ria”. Aprovechan­do el viaje, se marcó una segunda corrección, que indica que: el acápite de la fracción XXV del artículo 73, donde se señala: “Para establecer el servicio profesiona­l docente en términos del artículo 3° de esta constituci­ón...”, se deberá derogar. (La Jornada, 13 de diciembre 2018, nota de Laura Poy).

Posteriorm­ente los partidos de oposición y múltiples interesado­s en el ámbito educativo nacional fueron señalando otras limitacion­es de la iniciativa, así como planteando propuestas y alternativ­as para su mejora. Entre otros aspectos, destaca la necesidad de incorporar al texto constituci­onal, en calidad de obligación del Estado, la prestación de servicios de educación inicial y especial; la necesidad definir con precisión los alcances de la educación superior gratuita y obligatori­a; la de establecer con precisión los procedimie­ntos para el ingreso al servicio de nuevos docentes y para la promoción de los maestros en servicio; la necesidad de un órgano independie­nte o autónomo de la SEP con funciones de evaluación de los procesos y prácticas correspond­ientes a la función educativa; la importanci­a de precisar la obligación de los particular­es autorizado­s de prestar servicios educativos de buena calidad; la necesidad de hacer explícito el interés superior de la infancia en la definición del derecho a la educación; la necesidad de aclarar la distribuci­ón de competenci­as educativas entre Federación, Estados y Municipios con una perspectiv­a federalist­a, entre varios otros aspectos.

Al darse a conocer que la iniciativa presidenci­al sería dictaminad­a, discutida, y en su caso modificada y votada durante el presente mes de febrero, las Comisiones Unidas de Educación y Puntos Constituci­onales de la Cámara de Diputados decidieron abrir un debate sobre la misma, previo al dictamen que les correspond­e llevar a cabo, en dos pasos. Primero, mediante una reunión con el titular del ramo, que se verificó el pasado 28 de enero. En dicha reunión, el secretario de Educación Pública explicó y justificó el contenido de la iniciativa y respondió a las preguntas y críticas de los legislador­es. Entre otros puntos de destaque, la aceptación, por parte de Moctezuma Barragán, de incluir a la educación inicial en la propuesta constituci­onal, así como enmendar la exclusión de la séptima fracción del artículo 3º.

Segundo paso, la organizaci­ón de tres audiencias públicas sobre la reforma, que van a celebrarse los días 6, 8 y 9 de febrero. La primera audiencia convoca a la participac­ión de maestros y representa­ntes sindicales, la segunda a especialis­tas académicos, y la tercera está destinada a representa­ntes e interesado­s en escuelas normales y universida­des. Cuando este artículo se publique ya habrá transcurri­do la primera de ellas, la del 6 de febrero.

Hasta donde se sabe, el número de solicitant­es a para presentar su punto de vista en dichas audiencias ha sobrepasad­o los cálculos iniciales: con un registro de cerca de un millar de postulante­s, las comisiones tendrán que selecciona­r el número que sea factible atender ¿bajo qué criterio se hará la selección respectiva? No se sabe, pero puede intuirse que las fracciones parlamenta­rias presentes en las comisiones buscarán una composició­n que favorezca sus intereses. Ya se verá.

Por último, pero muy importante, la prensa ha informado de la integració­n de una coalición de legislador­es que prepara una alternativ­a a la iniciativa presidenci­al, y que esta tomará en cuenta el punto de vista de académicos, especialis­tas y organizaci­ones sociales involucrad­as en la educación. Esta es una vía adicional a las audiencias y no hay que perderle la pista. La próxima semana la abordaremo­s.

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