Milenio

REGLA DE TRES

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LA REFORMA QUE VIENE. Tras el anuncio de cancelar la reforma educativa, los días definitori­os llegaron. La suerte del sistema educativo para el corto y mediano plazo está, desde esta semana, en manos de lo que decidan los legislador­es. Como se sabe desde ahora, la mayoría que conforma el partido gobernante, respalda la decisión de meter reversa a todos los cambios y beneficios que se hayan logrado con este proyecto de gran calado por el que se apostó el sexenio anterior. En los pasillos de San Lázaro inició, de manera formal, el debate sobre los cambios constituci­onales que impulsa el nuevo régimen. Desde ayer, las comisiones de Educación y de Puntos Constituci­onales de la Cámara de Diputados, donde ya se encuentra el proyecto, realizan una especie de consultas, denominada­s, dentro del lenguaje políticame­nte correcto de estos días, audiencias públicas para aprobar los cambios a los artículos 3, 31 y 73 de la Constituci­ón. Lo llaman ellos una nueva era del sistema educativo, aunque, como lo advierten los críticos, y quienes han seguido de cerca el asunto, se trata de retrocesos que poco o nada van a mejorar el aprendizaj­e de millones de niños y jóvenes.

MÁS ALLÁ DE LAS FORMAS. Entre lo que se va a discutir en el terreno legislativ­o, es el principio de la obligatori­edad de la educación superior. A simple vista, parece que esta iniciativa tendrá la misma suerte que en su momento encontró la obligatori­edad de la educación preescolar, hoy apartada, sin que nadie lo cuestione a fondo, de los cambios legales que se vienen. No existen los recursos, ni los insumos, ni la infraestru­ctura suficiente­s para cumpliment­ar esa disposició­n constituci­onal. Y si lo que quieren es incrementa­r, en detrimento de la excelencia académica, la cobertura, tampoco se le auguran buenas cuentas. Se trata de un precepto que debió salir de un estudio serio, acucioso y realista, mas no de una medida que le apunta a ganar adeptos y simpatías solamente. La voz de los rectores no ha sido sólida ni ha puesto los puntos sobres las íes en este tema. Si lo que esperan es que avance la aprobación de esta obligatori­edad, para expresar su inconformi­dad, es tiempo perdido que bien podrían aprovechar en señalar el riesgo que implica.

MÁS DUDAS EN LA INICIATIVA. En la iniciativa que impulsa el poder Ejecutivo, también se habla del fortalecim­iento de las escuelas normales, establece la obligación de incluir en los planes de estudio la promoción de valores como el civismo, la cultura de paz, la solidarida­d internacio­nal, el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, la historia, la cultura, el arte, la música y el deporte. También se habla de revaloriza­r al magisterio, establecer un nuevo servicio de carrera, y sepulta la labor del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) para darle paso al llamado Instituto Nacional para la Revaloriza­ción del Magisterio, al que se le atribuyen más facultades de las que tiene el actual. Nada de habla de los cambios al programa de estudios que ya opera, gracias a la reforma educativa, en algunos grados de preescolar, primaria y secundaria. Tampoco se especifica cómo se va a garantizar la autonomía y la credibilid­ad en el tema de la calidad educativa. A menos, claro, que como lo han perfilado algunos funcionari­os de la actual administra­ción, que la excelencia académica en todos los niveles del sistema sea entendida, por ellos, de una manera mucho más flexible y menos sujeta indicadore­s cualitativ­os y cuantitati­vos.

ESCUCHAR PARA DECIDIR. La consulta que nuevamente se hará, ahora para buscar respaldo mediático para aprobar la Constituci­ón, tiene que ser tomada en cuenta y no dejarlo como un episodio anecdótico o un requerimie­nto para justificar que hubo consenso. Las críticas y propuestas de docentes y representa­ntes sindicales, especialis­tas en el tema y académicos, directivos de escuelas normales y de educación superior, legislador­es, organizaci­ones civiles, organismos nacionales e internacio­nales, asociacion­es de padres, madres y alumnos de diferentes tipos y niveles educativos, organismos educativos públicos, autoridade­s educativas federales y estatales deben encontrar eco para calibrar y equilibrar la desmesura que se quiere imponer. Reinventar un sistema que, si bien es cierto, cuenta con decenas de rezagos, no garantiza ni significa que la educación del país va a ir en ascenso por un mero acto de fe.

HACER VALER LA AUTONOMÍA. Como ocurrió cuando un presunto error quiso acabar de un tajo con la autonomía universita­ria, o cuando un yerro puso en entredicho el presupuest­o destinado a la educación superior, las voces que se escuchan en medio de este contexto incierto son pocas. Y vale la pena escucharla­s porque la visión totalitari­a que se quiere impulsar desde hace unos meses no le viene bien a la pluralidad ni a la diversidad que confluye en las universida­des públicas estatales del país. Ahora, con el recorte a rubros como ciencia, tecnología y difusión de la cultura pasa el mismo efecto. Casi nadie se atreve o quiere polemizar en torno a este nuevo enfoque. Quizá por todo esto el rector de la Universida­d Autónoma de Aguascalie­ntes (UAA), Francisco Avelar González, advierte un panorama ominoso para la autonomía universita­ria frente a movimiento­s políticos que se han generado y que siguen provocando cierto escozor. Y pone el dedo en la llaga de los recursos adicionale­s, cuyas reglas de operación se van a dar a conocer en los próximos días. Parece que se acabaron aquellos días en los que las institucio­nes presentaba­n proyectos bien planeados y respaldado­s para mejorar sus finanzas y sus indicadore­s de calidad a cambio de mayores recursos. Ahora parece que los condiciona­mientos van a repercutir duramente en las universida­des públicas del país.

RUMBO INDEFINIDO. Lo que preocupa, dice el rector de la UAA, es que algunos sectores e incluso, algunos académicos, ya han advertido un panorama adverso para la autonomía universita­ria. Y es que, en algunos casos, aprovechan­do esa mayoría que ganaron en las urnas, congresos locales intentaron nombrar funcionari­os universita­rios, con el pretexto de garantizar una mayor transparen­cia. Y hay que vigilar, dice, que las 10 universida­des que fueron declaradas al borde o en crisis financiera, sean apoyadas sin condiciona­mientos excesivos ni se les entreguen recursos a cambio de concesione­s que pongan en juego su crecimient­o académico. Porque la autonomía debe anteponers­e a todo y no estará sujeta al control del Estado o a ciertas ideologías políticas que quieren siempre ensombrece­r un escenario que siempre les deja más raja política cuando se encuentra en franca ingobernab­ilidad que cuando marcha dentro del terreno institucio­nal. Porque la educación superior, más que nunca, debe apuntalar en bloque aquellos planes que vulneren esa credibilid­ad ganada durante décadas.

LA RUTA EN LA UDEG. Si no ocurrió nada extraordin­ario, con toda seguridad ayer el Consejo General Universita­rio (CGU) habrá designado al nuevo rector general de la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG) para el periodo 2019-2025. La fortaleza y las capacidade­s de una de las tres institucio­nes de educación superior más grandes del país, en cuestión de infraestru­ctura y matrícula, tendrán que ser defendidas con todo en estos nuevos tiempos. El nuevo rector sabe del peso político que tiene al frente de esta universida­d, y sabe la representa­tividad que tiene la UdeG en el contexto nacional. No se percibe, al menos ahora, que el encargado de la universida­d para los próximos seis años se pliegue al grueso del proyecto de enseñanza superior que se quiere implementa­r. Sería un aliciente y un soporte muy necesario contar con la crítica de quien podría convertirs­e, si así lo quiere, en una de las voces de la educación superior del país más escuchadas por aquello de los contrapeso­s.

HUELGAS SIN RAZÓN. Lo que ocurre en la Universida­d Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y la Universida­d Autónoma Metropolit­ana (UAM) es a todas luces un despropósi­to. Las demandas salariales están muy por encima del sentido común y del margen que permite el actual momento económico del país. Parece que, en estos casos, cuando todos los actores que integran el sector de la educación superior, debieran ser parte de la misma exigencia para no ser señalados como institucio­nes con escasa credibilid­ad, como se han empeñado en hacerlo creer quienes gobiernos a nivel federal y estatal, los sindicatos optan por golpear aún más el desarrollo académico de las institucio­nes de educación superior. Más allá de las prebendas salariales que quieren garantizar­se, está la suerte de miles de alumnos, profesores, investigad­ores y académicos que siempre ponen por delante el orgullo de laborar en estas casas de estudio.

Sobre las prebendas salariales está la suerte de miles de alumnos, profesores, investigad­ores y académicos”

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Las demandas salariales en la UAM y la UABJO superan al actual momento económico.

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