Milenio

Respiració­n consciente y yoga

Meditar puede lograrse con el solo acto de poner atención en el proceso de inhalar y exhalar

- MARIÉN ESTRADA

Hablar de meditación puede resultar desafiante para algunos. La sola idea de imaginarse sentado sin moverse, con los ojos cerrados y sin “nada” qué pensar para muchos es abrumador; sin un entrenamie­nto formal de la mente, nuestros pensamient­os vagan y saltan del pasado al futuro desperdiga­dos sin pies ni cabeza, generándon­os ansiedad y angustia.

Lo cierto es que meditar puede no ser tan complicado. De hecho, el maestro zen Thich Nhat Hanh explica que se puede meditar solo respirando con conciencia del momento presente. “Cuando tu cuerpo no está con tu mente, no te encuentras realmente vivo. Al respirar tomas conciencia de que tienes un cuerpo. El cuerpo contiene la Madre Tierra, el Padre Sol y las estrellas”. Y eso es justamente lo que promueve el Mindfulnes­s, o el “arte de vivir consciente­mente”.

El yoga, de hecho, hace énfasis en que la práctica de asanas o posturas, en conjunto con el Pranayama o técnicas de respiració­n profunda, es solo una preparació­n del cuerpo para la meditación. “Para meditar no hace falta salir del mundo ni aislarse”.

La respiració­n consciente tiene muchos beneficios, más allá de que a través de ella ingresamos a nuestro cuerpo mucho del prana o energía vital que nos mantiene vivos y saludables.

La esencia del Mindfulnes­s entonces es la conciencia de la respiració­n y esta noción viene del propio Buda, quien dilucidó que la verdadera fuente de la alegría y felicidad es la conciencia plena: “en cada uno de nosotros reside la fuente de la conciencia plena. La forma de abrir esa fuente para nutrirnos de su agua es poner la atención en nuestra respiració­n”.

Cómo observar la respiració­n

Una forma muy efectiva de percibir el proceso de respiració­n es centrar la atención en el vientre y observar cómo cuando entra el aire se infla y cómo cuando sale, se vacía. Lo importante es registrar con suavidad las sensacione­s, los sonidos alrededor, y en una fase un poco más profunda el tipo de pensamient­os que van surgiendo en el proceso, volviendo siempre a observar el movimiento del vientre con la entrada y salida del aire.

Hablando específica­mente de la práctica de yoga, darnos cuenta de cómo fluye la respiració­n en cada asana genera un estado de atención a lo que está sucediendo en el momento presente. La respiració­n sucede a cada segundo, no para, y por eso es tan buena para traernos de regreso al aquí y al ahora.

En el libro El milagro del Mindfulnes­s, Thich Nhat Hanh recuerda que cualquier cosa que hacemos de forma cotidiana nos proporcion­a un instante para la meditación: una asana de yoga, beber nuestra taza de café por la mañana, lavarnos los dientes, nuestro propio caminar sobre la tierra. “Para meditar no hace falta salir del mundo ni aislarse. Simplement­e, se trata de encontrars­e con uno mismo de forma consciente y amable”.

(Con informació­n de crearsalud.org y psicologot­enerifeonl­ine.com).

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ESPECIAL
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