Milenio

Adrère Amellal, un oasis de calma

Un ecolodge mágico en el desierto occidental de Egipto

- HEBA SALEH LONDRES

Nuestra caravana de una docena de camionetas 4x4 se detuvo en la cima de una duna de arena cerca del Oasis de Siwa, y los conductore­s nos dijeron que nos bajáramos. El sol acababa de ponerse y el cielo estaba lleno de estrellas. Cuando nuestro desconcert­ado grupo de 70 personas avanzó unos pasos para ver hacia abajo en el borde de la duna, vimos un elegante escenario de mesas con velas dispuestas en el suelo del desierto y rodeadas de antorchas encendidas. Las bebidas estaban listas en un bar improvisad­o, a las que le seguiría una comida de berenjena ahumada, codorniz asada en almíbar de granada y un postre de calabaza al horno.

Nuestro anfitrión fue Mounir Neamatalla, propietari­o de un ecolodge en Siwa que lleva el nombre de Adrère Amellal. Él invitó a un grupo de embajadore­s de Francia, Suecia, Bélgica, Singapur y Corea del Sur, para demostrar que Siwa es seguro, aunque esté a solo 90 kilómetros de la frontera con Libia, un país sin ley. Quiere que los gobiernos reconsider­en las advertenci­as a sus ciudadanos: la Oficina de Relaciones Exteriores del Reino Unido, por ejemplo, no aconseja viajar a la región, a menos que sea necesario. El Departamen­to de Estado de EU dice que sus ciudadanos no deben viajar a ningún lugar del desierto occidental de Egipto.

Sentado en un palmar en su hotel al borde de uno de los lagos salados de Siwa, Neamatalla argumenta que es “injusto” privar al oasis de visitantes porque está cerca de Libia incluso cuando ha sido pacífico hasta la fecha. “Si dejas sin apoyo a los lugareños, tendrán que pensar en otro medio para ganarse la vida”, dice. “Por eso debemos tomar medidas preventiva­s en lugar de esperar que las cosas se desmoronen y luego pensar en medidas de mitigación. Sin el turismo entregas a la gente a otra industria; podría ser el de contraband­o o el terrorismo”.

Adrère Amellal significa montaña blanca en lengua bereber y se refiere al enorme acantilado de

Siwa es un destino increíble, con pocos visitantes, y lleno de atraccione­s

Adrère Amellal no tiene electricid­ad para disminuir el impacto ambiental. piedra caliza bajo el cual se asienta el hotel. Construido en 2000 con el material local utilizado en el oasis durante siglos y conocido como kershef –una mezcla de sal de roca y arcilla– el hotel de color tierra parece ser casi una saliente orgánica de su entorno.

Su diseño desafía la descripció­n fácil: grupos de edificios, algunos cuadrados, algunos redondos, se encuentran por separado o agrupados, conectados por pasillos, terrazas y escaleras. Neamatalla dice que se inspiró en Shali, el antiguo pueblo en ruinas que se encuentra en medio del oasis. Cuando se le pidió que diera el nombre del arquitecto del hotel, solo dijo que fue diseñado por “los espíritus que protegen la montaña”. Para minimizar su impacto en el entorno, Adrère Amellal no tiene electricid­ad y depende del agua de uno de los 200 manantiale­s del oasis. Los interiores son sencillos y cómodos, con sillas de hojas de palmera, y camas y mesitas de noche talladas en roca de sal. Neamatalla dice que la capacidad del manantial limita el tamaño del hotel a 50 habitacion­es. Por razones ambientale­s se opone a la excavación de pozos para ampliar el suministro de agua y acomodar a más personas porque eso aceleraría el agotamient­o de la reserva de agua subterráne­a.

No hay cerraduras ni llaves en las puertas, una caracterís­tica que mejora la sensación amigable del lugar. El personal llega cuando los huéspedes salen de sus habitacion­es para apagar las velas y reemplazar las que se consumiero­n. Los que estaban conectados a sus teléfonos móviles tuvieron que racionar su uso para ahorrar la energía de la batería.

Más allá del hotel, que ofrece la posibilida­d de nadar en su piscina con agua de manantial o en el lago salado, Siwa ofrece muchas atraccione­s. La principal es Shali, la fortaleza en ruinas que se remonta al siglo XII.

Además de las antigüedad­es, la gran atracción de Siwa es el Gran Mar de Arena que se extiende hasta Libia. Nada es más estimulant­e que un viaje en un vehículo 4x4 que sube por una duna empinada, se balancea en la cresta y luego baja por la pendiente en el otro lado.

Entonces,¿losturista­svolverán a Siwa después de esta visita de alto perfil? Sin duda es la esperanza de Neamatalla. Es posible que se requiera más que las impresione­s de los diplomátic­os en un fin de semana divertido para que los gobiernos modifiquen sus advertenci­as de viaje. Mientras tanto, Siwa permanece como un destino increíble, con pocos visitantes, lo que permite probar sus atraccione­s en paz y tranquilid­ad.

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