Ya se murió el amor
Hemos conocido grandes formas trágicas de la ruptura: cuando el Cruz Azul se despidió de cualquier forma de gloria deportiva, cuando los Calderón dejaron al PAN hecho un desmadre solo para demostrar que podían; cuando Los Chuchos le dieron en la torre a cualquier forma de congruencia izquierdista al PRD, cuando el PRI anunció un nuevo PRI que era peor que el viejo PRI divorciándose así de su electorado (lo cual explica por qué en su campaña de afiliación no se pararon ni los ex góbers preciosos), y ahora nos enteramos con súbita tristeza que ya se murió el amor, que una pareja que hizo notar su enorme y nada cursi sentido del romance, La Gaviota y mi licenciado Peña, rompían para siempre.
Una escisión que solo puede ser comparadacon la delSN TE ylaCN TE, la de Mejía Barón conHugoSánc hez, ola del amaestra
Gordillo con el Huero Castañeda.
Estábamos preparados para todo: que el aguado de Guaidó confirmara las suspicacias sobre la naturaleza de sus esfuerzos al hablar de un apoyo a una posible intervención yanqui en Venezuela; que el Chikiliquadri esté empeñado en ser el Marco Rubio Región 4; que Ricky Martin saliera en los Grammy con un bigote estilo Omar Sí Sabe Fayad; o que Aristóteles Núñez, el ex del SAT al que le huachicolearon todas las empresas fantasma, se despidiera de Twitter echando rollos del
Esperemos que La Gaviota encuentre paz interior en la modesta y humilde casa blanca
mar muerto donde todos son pendejos menos él y de paso dar clases de superación inspiradas por Yordi Rosado.
Estábamos preparados para todo, incluso para cuidar a nuestros tataranietos y trabajar más de mil años, muchos más, con tal de hacernos de un departamentito de interés social en Houston, pero no para ver el desmoronamiento de una pareja que era un ejemplo de fidelidad y amour fou, que no se veía nada prefabricada ni telenovelera como muchas otras.
Pero don Enrique, que es un soldado del amor, y con la elegancia que le caracteriza, ya encontró un nuevo querer que casi ni cae en el lugarazo común de la crisis de la mediana edad. Solo esperemos que La Gaviota encuentre sosiego y paz interior en la modesta y humilde casa blanca, porque en su mensaje dejaba entrever que con su ex se iba a poner heavy metal.
El amor, lo afirma Bukowski, es muchas cosas, pero también es un perro infernal.