Milenio

Ya se murió el amor

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com @jairocalix­to

Hemos conocido grandes formas trágicas de la ruptura: cuando el Cruz Azul se despidió de cualquier forma de gloria deportiva, cuando los Calderón dejaron al PAN hecho un desmadre solo para demostrar que podían; cuando Los Chuchos le dieron en la torre a cualquier forma de congruenci­a izquierdis­ta al PRD, cuando el PRI anunció un nuevo PRI que era peor que el viejo PRI divorciánd­ose así de su electorado (lo cual explica por qué en su campaña de afiliación no se pararon ni los ex góbers preciosos), y ahora nos enteramos con súbita tristeza que ya se murió el amor, que una pareja que hizo notar su enorme y nada cursi sentido del romance, La Gaviota y mi licenciado Peña, rompían para siempre.

Una escisión que solo puede ser comparadac­on la delSN TE ylaCN TE, la de Mejía Barón conHugoSán­c hez, ola del amaestra

Gordillo con el Huero Castañeda.

Estábamos preparados para todo: que el aguado de Guaidó confirmara las suspicacia­s sobre la naturaleza de sus esfuerzos al hablar de un apoyo a una posible intervenci­ón yanqui en Venezuela; que el Chikiliqua­dri esté empeñado en ser el Marco Rubio Región 4; que Ricky Martin saliera en los Grammy con un bigote estilo Omar Sí Sabe Fayad; o que Aristótele­s Núñez, el ex del SAT al que le huachicole­aron todas las empresas fantasma, se despidiera de Twitter echando rollos del

Esperemos que La Gaviota encuentre paz interior en la modesta y humilde casa blanca

mar muerto donde todos son pendejos menos él y de paso dar clases de superación inspiradas por Yordi Rosado.

Estábamos preparados para todo, incluso para cuidar a nuestros tataraniet­os y trabajar más de mil años, muchos más, con tal de hacernos de un departamen­tito de interés social en Houston, pero no para ver el desmoronam­iento de una pareja que era un ejemplo de fidelidad y amour fou, que no se veía nada prefabrica­da ni telenovele­ra como muchas otras.

Pero don Enrique, que es un soldado del amor, y con la elegancia que le caracteriz­a, ya encontró un nuevo querer que casi ni cae en el lugarazo común de la crisis de la mediana edad. Solo esperemos que La Gaviota encuentre sosiego y paz interior en la modesta y humilde casa blanca, porque en su mensaje dejaba entrever que con su ex se iba a poner heavy metal.

El amor, lo afirma Bukowski, es muchas cosas, pero también es un perro infernal.

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